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size=2><FONT id=role_document face=Arial color=#000000 size=2>
<DIV>Saludos:<BR><BR>La próxima tertulia literaria y gastronómica tendrá lugar
el día 9 de<BR>junio (el martes), a las 7:00 de la noche en la casa de Roberta
Weisbard:<BR><BR>1531 Addison St, Berkeley 94703</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV>(Addison is one block south of University. Roberta is located between
Sacramento and California streets).</DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV><BR>El RSVP a Roberta es obligatorio: <A
href="mailto:rweisbard@gmail.com">rweisbard@gmail.com</A><BR><BR>He aqui la
lectura: 'El Presupuesto' por Mario Benedetti. </DIV>
<DIV><BR> <A
href="http://www.literatura.us/benedetti/presupuesto.html">http://www.literatura.us/benedetti/presupuesto.html</A></DIV>
<DIV> </DIV>
<DIV>El autor uruguayo se murio solo hace dos semanas, el 17 de
mayo.<BR> Informacion sobre el autor: <A
href="http://www.literatura.us/benedetti/index.html">http://www.literatura.us/benedetti/index.html</A><BR> Noticias:
<A
href="http://www.abc.es/20090518/cultura-literatura/muere-escritor-uruguayo-mario-200905172331.html">http://www.abc.es/20090518/cultura-literatura/muere-escritor-uruguayo-mario-200905172331.html</A></DIV>
<DIV><BR>Ademas, hay abajo una copia de la lectura si tienes problemas con el
<BR>enlace.<BR><BR>Te rogamos que vengas preparado, habiendo leído la lectura
de<BR>antemano, y que traigas un plato y/o una bebida para
compartir.<BR><BR>Debra
Valov<BR>ecomujeres@aol.com<BR><BR>**************************************************************************<BR>Grupito
mailing
list<BR>Grupito@lists.sonic.net<BR>http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito<BR><BR>**************************************************************************<BR>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New">EL PRESUPUESTO</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New">(Montevideanos, 1959)</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New">Mario Benedetti (1920-2009)</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><o:p><FONT
face="Courier New"> </FONT></o:p></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> EN NUESTRA OFICINA regía
el mismo presupuesto desde el año mil novecientos veintitantos, o sea desde una
época en que la mayoría de nosotros estábamos luchando con la geografía y con
los quebrados. Sin embargo, el jefe se acordaba del acontecimiento y a veces,
cuando el trabajo disminuía, se sentaba familiarmente sobre uno de nuestros
escritorios, y así, con las piernas colgantes que mostraban después del pantalón
unos inmaculados calcetines blancos, nos relataba con su vieja emoción y las
quinientas noventa y ocho palabras de costumbre, el lejano y magnífico día en
que su Jefe -él era entonces Oficial Primero- le había palmeado el hombro y le
había dicho: “Muchacho, tenemos presupuesto nuevo”, con la sonrisa amplia y
satisfecha del que ya ha calculado cuántas camisas podrá comprar con el
aumento.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Un nuevo presupuesto es
la ambición máxima de una oficina pública. Nosotros sabíamos que otras
dependencias de personal más numeroso que la nuestra, habían obtenido
presupuesto cada dos o tres años. Y las mirábamos desde nuestra pequeña isla
administrativa con la misma desesperada resignación con que Robinson veía
desfilar los barcos por el horizonte, sabiendo que era tan inútil hacer señales
como sentir envidia. Nuestra envidia o nuestras señales hubieran servido de
poco, pues ni en los mejores tiempos pasamos de nueve empleados, y era lógico
que nadie se preocupara de una oficina así de reducida.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Como sabíamos que nada ni
nadie en el mundo mejoraría nuestros gajes, limitábamos nuestra esperanza a una
progresiva reducción de las salidas, y, en base a un cooperativismo harto
elemental, lo habíamos logrado en buena parte. Yo, por ejemplo, pagaba la yerba;
el Auxiliar Primero, el té de la tarde; el Auxiliar Segundo, el azúcar; las
tostadas el Oficial Primero, y el Oficial Segundo la manteca. Las dos
dactilógrafas y el portero estaban exonerados, pero el Jefe, como ganaba un poco
más, pagaba el diario que leíamos todos.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Nuestras diversiones
particulares se habían también achicado al mínimo íbamos al cine una vez por
mes, teniendo buen cuidado de ver todos difer entes películas, de modo que,
relatándolas luego en la Oficina, estuviéramos al tanto de lo que se estrenaba.
Habíamos fomentado el culto de juegos de atención tales como las damas y el
ajedrez, que costaban poco y mantenían el tiempo sin bostezos. jugábamos de
cinco a seis, cuando ya era imposible que llegaran nuevos expedientes, ya que el
letrero de la ventanilla advertía que después de las cinco no se recibían
“asuntos”. Tantas veces lo habíamos leído que al final no sabíamos quién lo
había inventado, ni siquiera qué concepto respondía exactamente a la palabra
“asunto”. A veces alguien venía y preguntaba el número de su “asunto”. Nosotros
le dábamos el del expediente y el hombre se iba satisfecho. De modo que un
“asunto” podía ser, por ejemplo, un expediente.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> En realidad, la vida que
pasábamos allí no era mala. De, vez en cuando el jefe se creía en la obligación
de mostrarnos las ventajas de la administración pública sobre el comercio, y
algunos de nosotros pensábamos que ya era un poco tarde para que opinara
diferente.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Uno de sus argumentos era
la Seguridad. La seguridad de que no nos dejarían cesantes. Para que ello
pudiera acontecer, era preciso que se reuniesen los senadores, y nosotros
sabíamos que los senadores apenas si se reunían cuando tenían que interpelar a
un Ministro. De modo que por ese lado el jefe tenía razón. La Seguridad existía.
Claro que también existía la otra seguridad, la de que nunca tendríamos un
aumento que nos permitiera comprar un sobretodo al contado. Pero el jefe, que
tampoco podía comprarlo, consideraba que no era ése el momento de ponerse a
criticar su empleo ni tampoco el nuestro. Y -como siempre tenía
razón.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Esa paz ya resuelta y
casi definitiva que pesaba en nuestra Oficina, dejándonos conformes con nuestro
pequeño destino y un poco torpes debido a nuestra falta de insomnios, se vio un
día alterada por la noticia que trajo el Oficial Segundo. Era sobrino de un
Oficial Primero del Ministerio y resulta que ese tío -dicho sea sin desprecio y
con propiedad- había sabido que allí se hablaba de un presupuesto nuevo para
nuestra Oficina. Como en el primer momento no supimos quién o quiénes eran los
que hablaban de nuestro presupuesto, sonreímos con la ironía de lujo que
reservábamos para algunas ocasiones, como si el Oficial Segundo estuviera un
poco loco o como si nosotros pensáramos que él nos tomaba por un poco tontos.
Pero cuando nos agregó que, según el tío, el que había hablado de ello había
sido el mismo secretario) o sea el alma parens del Ministerio, sentimos de
pronto que en nuestras vidas de setenta pesos algo estaba cambiando, como si una
mano invisible hubiera apretado al fin aquella de nuestras tuercas que se
hallaba floja, como si nos hubiesen sacudido a bofetadas toda la conformidad y
toda la resignación.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> En mi caso particular, lo
primero que se me ocurrió pensar y decir, fue “lapicera fuente”. Hasta ese
momento yo no había sabido que quería comprar una lapicera fuente, pero cuando
el Oficial Segundo abrió con su noticia ese enorme futuro que apareja toda
posibilidad, por mínima que sea, en seguida extraje de no sé qué sótano de mis
deseos una lapicera de color negro con capuchón de plata y con mi nombre
inscripto. Sabe Dios en qué tiempos se había enraizado en mí.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Vi y oí además como el
Auxiliar Primero hablaba de una bicicleta y el jefe contemplaba distraídamente
el taco desviado de sus zapatos y una de las dactilógrafas despreciaba
cariñosamente su cartera del último lustro. Vi y oí además cómo todos nos
pusimos de inmediato a intercambiar nuestros proyectos, sin importarnos
realmente nada lo que el otro decía, pero necesitando hallar un escape a tanta
contenida e ignorada ilusión. Vi y oí además cómo todos decidimos festejar la
buena nueva financiando con el rubro de reservas una excepcional tarde de
bizcochos.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Eso —los bizcochos fue el
paso primero. Luego siguió el par de zapatos que se compró el jefe. A los
zapatos del Jefe, mi lapicera adquirida a pagar en diez cuotas. Y a mi lapicera,
el sobretodo del Oficial Segundo, la cartera de la Primera Dactilógrafa, la
bicicleta del Auxiliar Primero. Al mes y medio todos estábamos empeñados y en
angustia.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> El Oficial Segundo había
traído más noticias. Primeramente, que el presupuesto estaba a informe de la
Secretaría del Ministerio. Después que no. No era en Secretaría. Era en
Contaduría. Pero el jefe de Contaduría estaba enfermo y era preciso conocer su
opinión. Todos nos preocupábamos por la salud de ese jefe del que sólo sabíamos
que se llamaba Eugenio y que tenía a estudio nuestro
presupuesto.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Hubiéramos querido
obtener hasta un boletín diario de su salud. Pero sólo teníamos derecho a las
noticias desalentadoras del tío de nuestro Oficial Segundo. El jefe de
Contaduría seguía peor. Vivimos una tristeza tan larga por la enfermedad de ese
funcionario, que el día de su muerte sentimos, como los deudos de un asmático
grave, una especie de alivio al no tener que preocuparnos más de él. En
realidad, nos pusimos egoístamente alegres, porque esto significabala
posibilidad de que llenaran la vacante y nombraran otro jefe que estudiara al
fin nuestro presupuesto.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> A los cuatro meses de la
muerte de don Eugenio nombraron otro jefe de Contaduría. Esa tarde suspendimos
la partida de ajedrez, el mate y el trámite administrativo. El jefe se puso a
tararear un aria de Aida y nosotros nos quedamos —por esto y por todo— tan
nerviosos, que tuvimos que salir un rato a mirar las vidrieras. A la vuelta nos
esperaba una emoción. El tío había informado que nuestro presupuesto no había
estado nunca a estudio de la Contaduría. Había sido un error. En realidad, no
había salido de la Secretaría. Esto significaba un considerable oscurecimiento
de nuestro panorama. Si el presupuesto a estudio hubiera estado en Contaduría,
no nos habríamos alarmado. Después de todo, nosotros sabíamos que hasta el
momento no se había estudiado debido a la enfermedad del jefe. Pero si había
estado realmente en Secretaría, en la que el Secretario —su jefe supremo— gozaba
de perfecta salud, la demora no se debía a nada y podía convertirse en demora
sin fin.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Allí comenzó la etapa
crítica del desaliento. A primera hora nos mirábamos todos con la interrogante
desesperanzado de costumbre. Al principio todavía preguntábamos ¿Saben algo?
Luego optamos por decir ¿Y? y terminamos finalmente por hacer la pregunta con
las cejas. Nadie sabía nada. Cuando alguien sabía algo, era que el presupuesto
todavía estaba a estudio de la Secretaría.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> A los ocho meses de la
noticia primera, hacía ya dos que mi lapicera no funcionaba. El Auxiliar Primero
se había roto una costilla gracias a la bicicleta. Un judío era el actual
propietario de los libros que había comprado el Auxiliar Segundo; el reloj del
Oficial Primero atrasaba un cuarto de hora por jornada; los zapatos del jefe
tenían dos medias suelas (una cosida y otra clavada), y el sobretodo del Oficial
Segundo tenía las solapas gastadas y erectas como dos alitas de
equivocación.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Una vez supimos que el
Ministro había preguntado por el presupuesto. A la semana, informó Secretaría.
Nosotros queríamos saber qué decía el informe, pero el tío no pudo averiguarlo
porque era “estrictamente confidencial”. Pensamos que eso era sencillamente una
estupidez, porque nosotros, a todos aquellos expedientes que traían una tarjeta
en el ángulo superior con leyendas tales como “muy urgente”, “trámite
preferencial” o “estrictamente reservados”, los tratábamos en igualdad de
condiciones que a los otros. Pero por lo visto en el Ministerio no eran del
mismo parecer.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Otra vez supimos que el
Ministro había hablado del presupuesto con el Secretario. Como a las
conversaciones no se les ponía ninguna tarjeta especial, el tío pudo enterarse y
enterarnos de que el Ministro estaba de acuerdo. ¿Con qué y con quién estaba de
acuerdo? Cuando el tío quiso averiguar esto último, el Ministro ya no estaba de
acuerdo. Entonces, sin otra explicación comprendimos que antes había estado de
acuerdo con nosotros.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Otra vez supimos que el
presupuesto había sido reformado. Lo iban a tratar en la sesión del próximo
viernes, pero a los catorce viernes que siguieron a ese próximo, el presupuesto
no había sido tratado. Entonces empezamos a vigilar las fechas de las próximas
sesiones y cada sábado nos decíamos: “Bueno ahora será hasta el viernes. Veremos
qué pasa entonces”. Llegaba el viernes y no pasaba nada. Y el sábado nos
decíamos: Bueno, será hasta el viernes. Veremos qué pasa entonces. “ Y no pasaba
nada. Y no pasaba nunca nada de nada.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Yo estaba ya demasiado
empeñado para permanecer impasible, porque la lapicera me había estropeado el
ritmo económico y desde entonces yo no había podido recuperar mi equilibrio. Por
eso fue que se me ocurrió que podíamos visitar al Ministro.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Durante varias tardes
estuvimos ensayando la entrevista. El Oficial Primero hacía de Ministro, y el
jefe, que había sido designado por aclamación para hablar en nombre de todos, le
presentaba nuestro reclamo. Cuando estuvimos conformes con el ensayo, pedimos
audiencia en el Ministerio y nos la concedieron para el jueves. El jueves
dejamos pues en la Oficina a una de las dactilógrafas y al portero, y los demás
nos fuimos a conversar con el Ministro. Conversar con el Ministro no es lo mismo
que conversar con otra persona. Para conversar con el Ministro hay que esperar
dos horas y media y a veces ocurre, como nos pasó precisamente a nosotros, que
ni al cabo de esas dos horas y media se puede conversar con el Ministro. Sólo
llegamos a presencia del Secretario, quien tomó nota de las palabras del jefe
—muy inferiores al peor de los ensayos, en los que nadie tartamudeaba— y volvió
con la respuesta del Ministro de que se trataría nuestro presupuesto en la
sesión del día siguiente.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Cuando —relativamente
satisfechos— salíamos del Ministerio, vimos que un auto se detenía en la puerta
y que de él bajaba el Ministro.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Nos pareció un poco
extraño que el Secretario nos hubiera traído la respuesta personal del Ministro
sin que éste estuviese presente. Pero en realidad nos convenía más confiar un
poco y todos asentimos con satisfacción y desahogo cuando el jefe opinó que el
Secretario seguramente habría consultado al Ministro por
teléfono.</FONT></SPAN></P>
<P class=MsoPlainText style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES><FONT
face="Courier New"> Al otro día, a las cinco
de la tarde estábamos bastante nerviosos. Las cinco de la tarde era la hora que
nos habían dado para preguntar. Habíamos trabajado muy poco; estábamos demasiado
inquietos como para que las cosas nos salieran bien. Nadie decía nada. El jefe
ni siquiera tarareaba su aria. Dejamos pasar seis minutos de estricta prudencia.
Luego el jefe discó el número que todos sabíamos de memoria, y pidió con el
Secretario. La conversación duró muy poco. Entre los varios “Sí”, “Ah, sí”, “Ah,
bueno” del jefe, se escuchaba el ronquido indistinto del otro. Cuando el jefe
colgó el tubo, todos sabíamos la respuesta. Sólo para confirmarla pusimos
atención: “Parece que hoy no tuvieron tiempo. Pero dice el Ministro que el
presupuesto será tratado sin falta en la sesión del próximo
viernes.</FONT></SPAN></P></DIV></FONT></FONT></FONT><DIV CLASS="aol_ad_footer" ID="e26a449a702e58febdffb295470abb79"><br/><font style="color:black;font:normal 10pt arial,san-serif;"> <hr style="margin-top:10px"/><B>An Excellent Credit Score is 750. <A HREF=http://pr.atwola.com/promoclk/100126575x1221823251x1201398665/aol?redir=http://www.freecreditreport.com/pm/default.aspx?sc=668072%26hmpgID=62%26bcd=MayExcfooterNO62>See Yours in Just 2 Easy Steps!</A></B></font></DIV></BODY></HTML>