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<BODY id=role_body style="FONT-SIZE: 10pt; COLOR: #000000; FONT-FAMILY: Arial"
bottomMargin=7 leftMargin=7 topMargin=7 rightMargin=7><FONT id=role_document
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<DIV>
<P class=MsoNormal style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES
style="FONT-SIZE: 10pt; COLOR: black; FONT-FAMILY: 'Courier New'">Saludos:<BR><BR></SPAN><SPAN
lang=ES style="FONT-SIZE: 10pt; FONT-FAMILY: 'Courier New'">La próxima tertulia
literaria y gastronómica tendrá <BR>lugar el día 29 de julio (el
MIERCOLES)<BR>a las 7:00 de la noche en la casa de Ana
Griffin<BR><BR></SPAN><SPAN lang=ES
style="FONT-SIZE: 10pt; FONT-FAMILY: 'Courier New'"><TT><SPAN
style="COLOR: black"><FONT face="Courier New">Debido a su departamento pequeño,
solo hay espacio para 14 huéspedes. Por eso, e<SPAN
style="COLOR: black"><FONT face="Courier New">l RSVP a Ana es obligatorio:
</FONT><A href="mailto:snarlyelf2002@yahoo.com"><FONT
face="Courier New">snarlyelf2002@yahoo.com</FONT></A>. Ella enviará las
direcciones a su casa a cada uno de los primeros 14 que
responden.</SPAN><BR><BR></FONT></SPAN></TT><SPAN style="COLOR: black">Le
agradezco a Connie por escoger la lectura "La Venda"<BR>escrito en 1900) por
Miguel de Unamuno que se puede encontrar en:<BR><SPAN
style="mso-spacerun: yes"><A
href="http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/unamuno/venda.htm">http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/unamuno/venda.htm</A><BR></SPAN></SPAN></SPAN><SPAN
lang=ES style="FONT-SIZE: 10pt; FONT-FAMILY: 'Courier New'"><BR><BR><SPAN
style="COLOR: black">Informacion sobre el autor español:
</SPAN></SPAN></P></DIV>
<DIV>
<P class=MsoNormal style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES
style="FONT-SIZE: 10pt; FONT-FAMILY: 'Courier New'"><SPAN
style="COLOR: black"> <A
href="http://www.biografiasyvidas.com/biografia/u/unamuno.htm">http://www.biografiasyvidas.com/biografia/u/unamuno.htm</A><BR></SPAN></SPAN><SPAN
lang=ES style="FONT-SIZE: 10pt; FONT-FAMILY: 'Courier New'"><SPAN
style="COLOR: black"><BR>y <A
href="http://www.swarthmore.edu/Humanities/mguardi1/espanol_11/unamuno.htm">http://www.swarthmore.edu/Humanities/mguardi1/espanol_11/unamuno.htm</A><BR><BR>Ademas,
hay abajo una copia de la lectura si tienes <BR>problemas con el
enlace.<BR><BR>Te rogamos que vengas preparado, habiendo leído la <BR>lectura de
antemano, y que traigas un plato y/o una <BR>bebida para compartir.<BR><BR>Debra
Valov<BR><A
href="mailto:ecomujeres@aol.com">ecomujeres@aol.com</A><BR><BR></SPAN><TT><FONT
face="Courier New">Grupito mailing list<BR>Para inscribirse en la lista de
correo del Grupito, visita:<SPAN style="mso-spacerun: yes">
</SPAN></FONT><A href="http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito"
target=_blank><FONT
face="Courier New">http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito</FONT></A></TT></SPAN></P>
<P class=MsoNormal style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES
style="FONT-SIZE: 10pt; FONT-FAMILY: 'Courier New'"><TT><FONT
face="Courier New"></FONT></TT></SPAN> </P>
<P class=MsoNormal style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES
style="FONT-SIZE: 10pt; FONT-FAMILY: 'Courier New'"><TT></TT><o:p>* * * * * * *
* * * * * * * * * * * * * * * * * * </o:p></SPAN></P>
<P class=MsoNormal style="MARGIN: 0in 0in 0pt"><SPAN lang=ES
style="FONT-SIZE: 10pt; FONT-FAMILY: 'Courier New'"><o:p>"La venda"<BR>Miguel de
Unamuno<BR><BR><BR>Y vio de pronto nuestro hombre venir una mujer despavorida,
como un <BR>pájaro herido, tropezando a cada paso, con los grandes ojos preñados
de <BR>espanto que parecían mirar al vacío y con los brazos extendidos. Se
<BR>detenía, miraba a todas partes aterrada, como un náufrago en medio del
<BR>océano, daba unos pasos y se volvía, tornaba a andar, desorientada de
<BR>seguro. Y llorando exclamaba:<BR>-¡Mi padre, que se muere mi
padre!<BR><BR>De pronto se detuvo junto al hombre, le miró de una manera
misteriosa, <BR>como quien por primera vez mira, y sacando el pañuelo le
preguntó:<BR><BR>-¿Lleva usted bastón?<BR><BR>-¿Pues no lo ve usted? -dijo el
mostrándoselo.<BR><BR>-¡Ah! Es cierto.<BR><BR>-¿Es usted acaso
ciega?<BR><BR>-No, no lo soy. Ahora, por desgracia. Deme el bastón.<BR><BR>Y
diciendo esto empezó a vendarse los ojos con el pañuelo.<BR><BR>Cuando hubo
acabado de vendarse repitió:<BR><BR>Deme el bastón, por Dios, el bastón, el
lazarillo.<BR><BR>Y al decirlo le tocaba. El hombre la detuvo por un
brazo.<BR><BR>-Pero ¿qué es lo que va usted a hacer, buena mujer? ¿Que le
pasa?<BR><BR>-Déjeme, que se muere mi padre.<BR><BR>-Pero ¿dónde va usted
así?<BR><BR>-Déjeme, déjeme, por Santa Lucía bendita, déjeme, me estorba la
vista, <BR>no veo mi camino con ella.<BR><BR>-Debe de ser loca -dijo el hombre
por lo bajo a otro a quien había <BR>detenido lo extraño de la escena.<BR><BR>Y
ella, que lo oyó:<BR><BR>-No, no estoy loca; pero lo estaré si esto sigue;
déjeme, que se muere.<BR><BR>-Es la ciega -dijo una mujer que
llegaba.<BR><BR>-¿La ciega? -replicó el hombre del bastón-. Entonces, ¿para qué
se venda <BR>los ojos?<BR><BR>-Para volver a serlo -exclamó ella.<BR><BR>Y
tanteando con el bastón el suelo, las paredes de las casas, febril y
<BR>ansiosa, parecía buscar en el mar de las tinieblas una tabla de que
<BR>asirse, un resto cualquiera del barco en que había hasta entonces
navegado.<BR><BR>De pronto dio una voz, una voz de alivio, y como una paloma que
<BR>elevándose en los aires revolotea un momento buscando oriente y luego
<BR>como una flecha, partió resuelta, tanteando con su bastón el suelo, la
<BR>mujer vendada.<BR><BR>Quedáronse en la calle los espectadores de semejante
escena, comentándola.<BR><BR>La pobre mujer había nacido ciega, y en las
tinieblas nutrió de dulce <BR>alegría su espíritu y de amores su corazón. Y
ciega creció.<BR><BR>Su tacto era, aun entre los ciegos, maravilloso, y era
maravillosa la <BR>seguridad con que recorría la ciudad toda sin más lazarillo
que su palo. <BR>Era frecuente que alguno que la conocía le dijese: «Dígame,
María, ¿en <BR>qué calle estamos?» Y ella respondía sin equivocarse
jamás.<BR><BR>Así, ciega, encontró quien de ella se prendase y para mujer la
tomara, y <BR>se casó ciega, abrazando a su hombre con abrazos que eran una
<BR>contemplación. Lo único que sentía era tener que separarse de su anciano
<BR>padre; pero casi todos los días, bastón en mano, iba a tocarle y a oírle
<BR>y acariciarle. Y si por acaso le acompañaba su marido, rehusaba su brazo
<BR>diciéndole con dulzura: «No necesito tus ojos.»<BR><BR>Por entonces se
presentó, rodeado de prestigiosa aureola, cierto doctor <BR>especialista, que
después de reconocer a la ciega, a la que había visto <BR>en la calle, aseguró
que le daría la vista. Se difirió la operación <BR>hasta que hubiese dado a luz
y se hubiese repuesto del parto.<BR><BR>Y un día, más de terrible expectación
que de júbilo para la pobre ciega, <BR>se obró el portento.<BR><BR>El doctor y
sus compañeros tomaban notas de aquel caso curiosísimo, <BR>recogían con ansia
datos para la ciencia psicológica asaeteándola a <BR>preguntas. Ella no hacía
más que palpar los objetos aturdida y <BR>llevárselos a los ojos y sufrir,
sufrir una extraña opresión de <BR>espíritu, un torrente de punzadas, la lenta
invasión de un nuevo mundo <BR>en sus tinieblas.<BR><BR>-¡Oh! ¿Eras tú? -exclamó
al oír junto a sí la voz de su marido-. Y <BR>abrazándole y llorando, cerró los
ojos para apoyar en la de él su mejilla.<BR><BR>Y cuando la llevaron al niño y
lo tomó en brazos, creyeron que se volvía <BR>loca. Ni una voz ni un gesto; una
palidez mortal tan solo. Frotó luego <BR>las tiernas carnecitas del niño contra
sus cerrados ojos y quedó <BR>postrada, rendida, sin querer ver
más.<BR><BR>-¿Cuándo podré ir a ver a mi padre? -preguntó.<BR><BR>-¡Oh! No,
todavía no -dijo el doctor. No es prudente que usted salga <BR>hasta haberse
familiarizado algo con el mundo visual.<BR><BR>Y al día siguiente, precisamente
al día siguiente de la portentosa cura, <BR>cuando empezaba María a gozar de una
nueva infancia y a bañarse en la <BR>verdura de un nuevo mundo, vino un
mensajero torpe, torpísimo, y con los <BR>peores rodeos le dijo que su padre,
baldado desde hacía algún tiempo, se <BR>estaba muriendo de un nuevo
ataque.<BR><BR>El golpe fue espantoso. La luz le quemaba el alma y las tinieblas
no le <BR>bastaban ya. Se puso como loca, se fue a su cuarto, cogió su
crucifijo, <BR>cerró los ojos y palpándolo, rompió a llorar
exclamando:<BR><BR>-Mi vista, mi vista por su vida. Para qué la quiero.<BR><BR>Y
levantándose de pronto, se lanzó a la calle. Iba a ver a su padre, a <BR>verle
por primera y por última vez acaso.<BR><BR>Entonces fue cuando la encontró el
hombre del bastón, perdida en un <BR>mundo extraño, sin estrellas por que
guiarse como en sus años de noche <BR>se había guiado, casi loca. Y entonces fue
cuando, una vez vendados sus <BR>ojos, volvió a su mundo, a sus familiares
tinieblas, y partió segura, <BR>como paloma que a su nido vuelve. A ver a su
padre.<BR><BR>Cuando entró en el paterno hogar, se fue derecha, sin bastón, a
través <BR>de corredores, hasta la estancia en que yacía su padre moribundo, y
<BR>echándose a sus pies le rodeó el cuello con sus brazos, le palpó todo,
<BR>le contempló con sus manos y sólo pudo articular entre sollozos
<BR>desgarradores:<BR><BR>-¡Padre, padre, padre!<BR><BR>El pobre anciano,
atontado, sin conocimiento casi, miraba con estupor <BR>aquella venda y trató de
quitársela.<BR><BR>-No, no, no me la quites... no quiero verte; ¡padre, mi
padre, el mío, <BR>el mío!<BR><BR>-Pero hija, hija mía -murmuraba el
anciano.<BR><BR>-¿Estás loca? -le dijo su hermano-. Quítatela, María, no hagas
comedias, <BR>que la cosa va seria...<BR><BR>-¿Comedias? ¿Qué sabéis de eso
vosotros?<BR><BR>-Pero ¿es que no quieres ver a tu padre? Por primera, por
última vez <BR>acaso...<BR><BR>-Porque quiero verlo... pero a mi padre... al
mío..., al que nutrió de <BR>besos mis tinieblas, porque quiero verle, no me
quito de los ojos la <BR>venda...<BR><BR>Y le contemplaba ansiosa con sus manos
cubriéndole de besos.<BR><BR>-Pero hija, hija mía -repetía como una máquina el
viejo.<BR><BR>-Sea usted razonable -insinuó el sacerdote separándola-, sea usted
<BR>razonable.<BR><BR>-Razonable ¿Razonable? Mi razón está en las tinieblas, en
ellas veo.<BR><BR>-Et vita erat lux hominum... et lux in tenebris lucet...
-murmuró el <BR>sacerdote como hablando consigo mismo.<BR><BR>Entonces se acercó
a María su hermano, y de un golpe rápido le arrebató <BR>la venda. Todos se
alarmaron entonces, porque la pobre mujer miró en <BR>torno de sí despavorida,
como buscando algo a que asirse. Y luego de <BR>reponerse murmurando: «¡Qué
brutos son los hombres!, cayó de hinojos <BR>ante su padre
preguntando:<BR><BR>-¿Es éste?<BR><BR>-Sí, ése es -dijo el sacerdote
señalándoselo-, ya no conoce.<BR><BR>-Tampoco yo conozco.<BR><BR>-Dios es
misericordioso, hija mía; ha permitido que pueda usted ver a su <BR>padre antes
de que se muera...<BR><BR>-Sí, cuando ya él no me conoce, por lo
visto...<BR><BR>-La divina misericordia...<BR><BR>-Está en la oscuridad
-concluyó María que, sentada sobre sus talones, <BR>pálida, con los brazos
caídos, miraba al través de su padre, al vacío.<BR><BR>Levantándose al cabo, se
acercó a su padre, y al tocarlo, retrocedió <BR>aterrada,
exclamando:<BR><BR>-Frío, frío como la luz, muerto.<BR><BR>Y cayó al suelo presa
de un síncope.<BR><BR>Cuando volvió en sí se abrazó al cadáver, y cubriéndole de
besos, repetía:<BR><BR>-¡Padre, Padre! ¡No te he visto morir!<BR><BR>-Hay que
cerrarle los ojos -dijo a María su hermano.<BR><BR>-Sí, sí, hay que cerrarle los
ojos... que no vea ya... que no vea ya... <BR>¡Padre, padre! Ya está en las
tinieblas... en el reino de la misericordia...<BR><BR>-Ahora se basa en la luz
del Señor -dijo el sacerdote.<BR><BR>-María -le dijo su hermano con voz trémula
tocándole en un hombro-, eres <BR>madre, aquí te traen a tu niño, que olvidaste
en casa al venirte; viene <BR>llorando...<BR><BR>-¡Ah! Si. ¡Angelito! ¡Quiere
pecho! ¡Que le traigan!<BR><BR>Y exclamó en seguida:<BR><BR>-¡La venda! ¡La
venda! ¡Tráeme pronto la venda, no quiero verle!<BR><BR>-Pero
María...<BR><BR>-Si no me vendáis los ojos, no le doy de mamar.<BR><BR>-Sé
razonable, María...<BR><BR>-Os he dicho ya que mi razón está en las
tinieblas...<BR><BR>La vendaron, tomó al niño, lo palpó, se descubrió el pecho,
y <BR>poniéndoselo a él, le apretaba contra su seno murmurando:<BR><BR>-¡Pobre
padre! ¡Pobre
padre!<BR><BR>FIN<BR><BR></o:p></SPAN></P></DIV></FONT></FONT></FONT><DIV CLASS="aol_ad_footer" ID="6880666d1231508999ac8f3cdae10120"><br/><font style="color:black;font:normal 10pt arial,san-serif;"> <hr style="margin-top:10px"/>What's for dinner tonight? Find <a href="http://food.aol.com/dinner-tonight?ncid=emlcntusfood00000009">quick and easy dinner ideas</a> for any occasion.</font></DIV></BODY></HTML>