[Grupito] El grupito español (31 mayo) y la tertulia literaria y gastronómica (7 junio)

Mark Middlebrook mark en teamrioja.org
Jue Mayo 25 13:07:20 PDT 2006


Amigos,

La próxima reunión del grupito tendrá lugar el día 31 de mayo (el
miércoles) a las 7:30 de la tarde en la librería Diesel -- 5433
College Avenue, Oakland, California. Vamos a charlar sobre cualquier
tema que surja. Puedes traer un tentempié o una bebida, pero no es
obligatorio.

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La próxima tertulia literaria y gastronómica:

7 junio (el miércoles) a las 7:00 de la tarde.
Xequina Berber
1646-29th Ave. Oakland, CA 94601
510 536-6421/cell 510 229-9418

Vamos a cenar y luego charlar sobre el cuento "Un Cabecilla" por Ramon
Del Valle Inclan (abajo).

Te rogamos que vengas preparado, habiendo leído la lectura de
antemano, y que traigas un plato y una bebida para compartir.

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Saludos,
Mark Middlebrook  mark en teamrioja.org
http://teamrioja.org/grupito/

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Un Cabecilla  -- De Ramon Del Valle Inclan
	
De aquel molinero viejo y silencioso que me sirvio de guía para
visitar las piedras celticas del monte Rouriz guardo un recuerdo duro,
frío y cortante como la nieve que coronaba la cumbre.  Quizá mas que
sus facciones, que parecian talladas en durisimo granito, su historia
tragica hizo que con tal energia hubieseme quedado in el pensamiento
aquella cara tabacosa que apenas se distinguia del paño de la montera.
 Si cierro los ojos, creo verle.  Era nudoso, seco y fuerte, como el
tronco de una vid patriarcal; los mechones grises y desmedrados de su
barba recordaban esas manchas de musgo que ostentan en las ocacidades
de los pómulos las estatuas de los claustros desmantelados; sus labios
de corcho se plegaban con austere indiferencia; tenia un perfil
inmovil y pensativo, una cabeza inexpresiva de relieve egipcio.  !No,
no lo olvidare nunca!

Habia sido un terrible guerrillero.  Cuando la segunda guerra civil,
echóse al campo con sus cinco hijos, y en pocos días logro levantar
una faccion de gente aguerrida y dispuesta a batir de cobre.  Algunas
veces fiaba el mando de a partida a su hijo Juan Maria y se internaba
en la moñtana, seguro, como lobo que tiene el en ella su cubil.
Cuando menos se le esperaba, reaparecia cargado con su escopet llena
de ataduras y remiendos, trayendo en su companía algun mozo aldeano de
aspecto torpe y asustadizo que, de fuerza o de grado, venia a engrosar
las filas.  A la ida y a la vuelta solia recaer por el molino para
enterarse de como iban las familias, que eran los nietos, y de las
piedras que molian.  Cierta tarde de verano llego y hallólo todo en
desorden.  Atada a un poste de la parra, la molinera desdichábase y
llamaba inutilmente a sus nietos, que habian huido a la aldea; el
galgo aullaba, con una pata maltrecha en el aire; la puerta estaba
rota a culetazos, el grano y la harina alfombraban el suelo, sobre la
artesa se veian aun residuos del yantar interrumpido, y en el corral
la vieja hucha de castano revuelta y destripada…El cabecilla
contemplaba aquel desastre sin proferir un queja. Despues de bien
enterarse, acercóse a su mujer murmurando, con aquella voz desentonada
y caótica de viejo sordo:

--- ?A que hora vinieron los civiles?  ?Cuantos eran?  ?Que les has dicho?

La molinera sollozó mas fuerte.  En vez de contestar, desatóse en
denuestos contra aquellos enemigos malos que tan gran destrozo hacian
en la casa de un pobre que con nadie se metia.  El marido la miró con
sus ojos cobrizos de gallego desconfiado:

--- !Ay, demonio!  !No eres tu la gran condenada que a mi me engaña!
Tu les has dicho donde esta la la partida.

Ella sequía llorando sin consuelo:

--- !Arrepara, hombre, de que hechura esos verdugos de Jerusalen me
pusieron! !Atada mismamente como Nuestro Señor!

El guerrillego repitio blandiendo furioso la escopeta:

-- !A ver como respondes, puñela!  ?Que les has dicho?

!Pero considera, hombre!...

Calló dando un gran suspiro, sin atreverse a continuar; tanto la
imponia la faz arrugada del viejo.  El no volvio a insistir.  Saco el
cuchillo, y cuando ella creia que iba a matarla, corto las ligaduras,
y sin proferir una palabra, la empujo obligandola a que le siguiese.
La molinera no cesaba de gimotear:

--- !Ay!  !Hijos de mis entraóas!  ?Por que no habia de dejarme quemar
en unas parrillas antes de decir donde estabades?  Vos, como soles.
Yo, una vieja con los pies para la cueva.  Precisaba de andar mil años
peregrinando por caminos y veredas para terer perdón de Diós.  !Ay mis
hijos!  !Mis hijos!

La pobre mujer caminaba angustiada, enredados los toscos dedos de
labradora en la mata cenicienta de sus cabellos.  Si se detenía,
mesándoselos y gimiendo, el marido cada vez mas sombrío, la empujaba
con la culata de la escopeta, pero sin brusquedad, sin ira, coma a
vcaca mansísima nacida en la propia cuadra, que por acaso cerdea.
Salieron de la era abrasada por el sol de un día de agosto, y despues
de atravesar los prados del Pazo de Melías, se internaron en el hondo
caminejo de la montaña.

Anduvieron sin detenerse hasta llegar a una revuelta donde se alzaba
un retablo de ánimas.  El cabecilla encaramóse sobre un bardal y ojeó
receloso cuanto de allí alcanzaba a verse del camino.  Amartilló la
escopeta, y tras de asegurar el pistón, se santiguó con lentitud
respetuosa de cristiano viejo:

-- Sabela arrodíllate junto al retablo de las benditas.  La mujer
obedeció temblando.

-- Encomiéndare a Dios, Sabela.

-- !Ay, hombre, no me mates!  Espera tan siquiera a saber si aquellas
prendas padecieron mal alguno!

El guerrillero se paso la mano por los ojos, luego descolgo del cinto
el clasico rosario de cuentas de madera, con engaste de alambrillo
dorado, y diosele a la vieja, que lo recibio sollozando.  Aseguróse
mejor sobre el bardal, y murmuro austere:

-- Esta bandito por el senor obispo de Orense, con indulgencia para la
hora de la muerte.

El mismo se puso a rezar con monótono y frio visviseo.  De tiempo en
tiempo echaba una inquieta ojeada al camino.  La molinera se fue poco
a poco serenando.  En el venerable surco de sus arrugas quedaban
tremulas las lagrimas; sus manos agitadas por temblequeteo senil,
golpeando el pecho y besó la tierra con unción.

-- ?Has acabado?

Ella juntó las manos con exaltacion cristiana:

-- !Hagase, Jesus, tu divina volutad!

Pero cuando vio al terrible viejo echarse la escopeta a la cara y
apuntar, se levantó despavorida y corrió hacia el con los brazos
abiertos:

-- !No me mates!  !No me mates, por el alma de!...

Sonó el tiro, y cayó en medio del camino con la frente agujereada.  El
cabecilla alzó de la arena ensangrentada su rosario de faccioso, besó
el crucifijo de bronce, y sin detenerse a cargar la escopeta, huvo en
direccion de la montaña.  Habia columbrado hacia un momento, en lo
alto de la troche los tricornios enfundados de dos guardias civiles.

*	*	*

Confieso que cuando el buen Urbino Pimentel me contó esta historia
terrible, temblé recordando la manera asaz expresiva con que despidí
en la Venta de Brandeso al antiguo faccioso, harto de acatar la
voluntad solapada y granítica de aquella esfinge tallada en viejo y
lustroso roble.



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