[Grupito] : Tertulia el 3 de agosto de 2010

Ecomujeres at aol.com Ecomujeres at aol.com
Mon Jul 26 18:46:42 PDT 2010


 
- ENGLISH VERSION FOLLOWS  SPANISH - 
****************************************************************************
* 
ANUNCIOS 
***************   
Todavía no tenemos  programada otra tertulia en agosto, por ejemplo el 17 o 
24 de agosto. Si alguien  quiere ofrecer su casa, favor de avisarme lo más 
pronto que sea  posible. 
************************************************************** 
Saludos: 
La próxima tertulia  literaria y gastronómica tendrá lugar el día 3 de 
agosto (el martes), a las 7:00  de la noche en la casa de Ana Polt: 
33 Bowling  Dr., Oakland 94618 
(510)  547-0996 
El RSVP a Ana es  obligatorio: _b-p en consultant.com_ 
(mailto:b-p en consultant.com)  
- - -  - - - - - - - - - - - - - - - - - - -  - - - - - - - - - - - - - - - 
- - - -  - - - - - - - - - - - - - - - - - - -  - - - - - - - - - - - - - - 
-  - 
Para llegar a Bowling  Dr.:

Opcion 1. College Ave. north, past BART,  left on Manila.  Cross Broadway 
and bear right onto Monroe.
Monroe ends at Broadway Terr. [Broadway  Terrace]
Left on Broadway Terr.
Very shortly thereafter, left uphill on  Country Club Dr.
Third right is Bowling. 
#33 is on the right. California  Spanish style; large Atlas cedar in front.

Opcion 2. Broadway north past  Rockridge shopping center to Broadway Terr., 
past College of the Arts.
Right  on Broadway Terr. (Union 76 station).
Left  uphill on Country Club Dr.
Third right is Bowling. 
#33 is on the right.  California Spanish style; large Atlas cedar in front.

Opcion 3. Shattuck  ,or Telegraph, or Claremont to 51st St.
Left on Broadway.  Continue as above.

Opcion 4.  Warren freeway to Broadway Terrace exit.  
Left  on Broadway Terr., uphill and down, past Village Market on left.
Right on  Glenbrook.
Second left is Bowling.
#33 is on the right. California Spanish  style; large Atlas cedar in front. 
- - -  - - - - - - - - - - - - - - - - - - -  - - - - - - - - - - - - - - - 
- - - -  - - - - - - - - - - - - - - - - - - -  - - - - - - - - - - - - - - 
-  - 
La lectura, "El fantasma"  por Enrique Anderson-Imbert, está atada como un 
documento PDF o es disponible aquí: 
_http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/anderson/fantasma.htm_ 
(http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/anderson/fantasma.htm)  
Ademas, hay abajo una copia  de la lectura si tienes problemas con el PDF. 
Te rogamos que vengas  preparado, habiendo leído la lectura de 
antemano, y que traigas un  plato y/o una bebida para compartir. 
Debra  Valov 
_ecomujeres en aol.com_ (mailto:ecomujeres en aol.com)  
- ENGLISH  - 
************************************************************** 
ANNOUNCEMENTS 
************* 
We still don´t have the  second August tertulia scheduled, for example for 
the 17th or 24th of  August.  If someone is interested in  offering their 
house please let me know ASAP. 
*************************************************************** 
Hello! 
The next tertulia will take  place on Aug 3 (Tuesday) at 7 pm at Ana Polt’s 
house. 
33 Bowling  Dr., Oakland 94618 
(510)  547-0996 
A RSVP is required: _b-p en consultant.com_ (mailto:b-p en consultant.com)  

- - - - - - - - - - - -  - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 
- 
Directions:

Option 1. College Ave.  north, past BART, left on Manila. Cross Broadway 
and  
bear right onto Monroe.
Monroe ends at Broadway Terr. [Broadway  Terrace]
Left on Broadway Terr.
Very shortly thereafter, left uphill on  Country Club Dr.
Third right is Bowling. 
#33 is on the right. California  Spanish style; large Atlas cedar in front.

Option 2. Broadway north past  Rockridge shopping center to Broadway Terr., 
past College of the  Arts.
Right on Broadway Terr. (Union 76  station).
Left uphill on Country Club Dr.
Third right is Bowling. 
#33  is on the right. California Spanish style; large Atlas cedar in  front.

Option 3. Shattuck ,or Telegraph, or Claremont to 51st  St.
Left on Broadway. Continue as above.

Option 4. Warren freeway  to Broadway Terrace exit.  
Left on Broadway Terr., uphill and down,  past Village Market on left.
Right on Glenbrook.
Second left is  Bowling.
#33 is on the right. California Spanish style; large Atlas cedar in  front. 
- - - - - - - - - - - - - -  - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 
- - 
La lectura, "El fantasma"  por Enrique Anderson-Imbert, está atada como un 
documento PDF o es disponible aquí: 
_http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/anderson/fantasma.htm_ 
(http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/anderson/fantasma.htm)  
There is also a copy of the  story below in case you have problems with the 
PDF.  
Please come prepared, having  already read the story, and bring a plate  
and/or drink to  share. 
Debra  Valov 
ecomujeres en aol.com 
****************************************************************************
* 
Grupito mailing  list 
Para inscribirse en la lista de  correo del Grupito, visita // 
To join the mailing list for  El Grupito, go to:  
http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito 
****************************************************************************
* 
La Lectura/The Reading 
El  fantasma 
Enrique Anderson  Imbert 
Se dio cuenta de que acababa  de morirse cuando vio que su propio cuerpo, 
como si no fuera el suyo sino el de un doble,  se desplomaba sobre la silla y 
la arrastraba en la caída. Cadaver y silla  quedaron tendidos sobre la 
alfombra, en medio de la  habitación. 

¿Con que eso era la  muerte?

¡Qué desengaño! Había  querido averiguar cómo era el transito al otro mundo 
y resultaba que no había  ningún otro mundo! La misma opacidad de los 
muros, la misma distancia entre  mueble y mueble, el mismo repicar de la lluvia 
sobre el techo... Y sobre todo  ¡qué inmutables, qué indiferentes a su muerte 
los objetos que él siempre  había creído amigos!: la lámpara encendida, el 
sombrero en la percha... Todo,  todo estaba igual. Sólo la silla volteada y 
su propio cadáver, cara al cielo  raso. 
Se inclinó y se miró  en su cadáver como antes solía mirarse en el espejo. 
¡Qué  avejentado! ¡Y esas envolturas de carne gastada! - Si yo pudiera 
alzarle los  párpados quizá la luz azul de mis ojos ennobleciera otra vez el 
cuerpo -  pensó. 
Porque así, sin la mirada,  esos mofletes y arrugas, las curvas velludas de 
la nariz y los dos dientes  amarillos, mordiéndose el labio exangüe estaban 
revelándole su aborrecida  condición de mamífero. 
-Ahora que sé que del otro lado no hay  ángeles ni abismos me vuelvo a mi 
humilde morada. 
Y con buen humor se aproximó  a su cadáver -jaula vacía- y fue a entrar 
para animarlo otra  vez. 
¡Tan fácil que hubiera sido!  Pero no pudo. No pudo porque en ese mismo 
instante se abrió la puerta y se  entrometió su mujer, alarmada por el ruido de 
silla y cuerpo  caídos. 
-¡No entres! -gritó él, pero  sin voz. 
Era tarde. La mujer se  arrojó sobre su marido y al sentirlo exánime lloró 
y  lloró. 
-¡Cállate! ¡Lo has echado  todo a perder! - gritaba él, pero sin voz. 
¡Qué mala suerte! ¿Por qué  no se le habría ocurrido encerrarse con llave 
durante la experiencia. Ahora, con  testigo, ya no podía resucitar; estaba 
muerto, definitivamente muerto. ¡Qué mala  suerte! 
Acechó a su mujer, casi  desvanecida sobre su cadáver; y su propio cadáver, 
con la nariz como una proa entre las  ondas de pelo de su mujer. Sus tres 
niñas irrumpieron a la carrera como si se disputaran un  dulce, frenaron de 
golpe, poco a poco se acercaron y al rato todas lloraban,  unas sobre otras. 
También él lloraba viéndose allí en el suelo, porque  comprendió que estar 
muerto es como estar vivo, pero solo, muy  solo. 
Salió de la habitación,  triste. 
¿Adónde  iría? 
Ya no tuvo esperanzas de una  vida sobrenatural. No, no había ningún 
misterio. 
Y empezó a descender,  escalón por escalón, con gran pesadumbre. 
Se paró en el rellano.  Acababa de advertir que, muerto y todo, había 
seguido creyendo que se movía  como si tuviera  piernas y brazos. ¡Eligió como 
perspectiva la altura donde antes llevaba  sus ojos físicos! Puro hábito. 
Quiso probar entonces las nuevas ventajas y se  echó a volar por las curvas del 
aire. Lo único que no pudo hacer fue  traspasar los cuerpos sólidos, tan 
opacos, las insobornables como siempre. Chocaba  contra ellos. No es que le 
doliera; simplemente no podía atravesarlos. Puertas,  ventanas, pasadizos, 
todos los canales que abre el hombre a su actividad,  seguían imponiendo 
direcciones a sus revoloteos. Pudo colarse por el ojo de una  cerradura, pero a 
duras penas. Él, muerto, no era una especie de virus filtrable  para el que 
siempre hay pasos; sólo podía penetrar por las hendijas que los  hombres 
descubren a simple vista. ¿Tendría ahora el tamaño de una pupila de ojo?  Sin 
embargo, se sentía como cuando vivo, invisible, sí, pero no  incorpóreo. No 
quiso volar más, y bajó a retomar sobre el suelo su estatura de  hombre. 
Conservaba la memoria de su cuerpo ausente, de las posturas que antes  había 
adoptado en cada caso, de las distancias precisas donde estarían su piel,  su 
pelo, sus miembros. Evocaba así a su alrededor su propia figura; y se insertó  
donde antes había tenido las pupilas. 
Esa noche veló al lado de su  cadáver, junto a su mujer. Se acercó también 
a sus amigos y oyó sus  conversaciones. Lo vio todo. Hasta el último 
instante, cuando los terrones  del camposanto sonaron lúgubres sobre el cajón y lo  
cubrieron. 
Él había sido toda su vida  un hombre doméstico. De su oficina a su casa, 
de casa a su oficina. Y nada,  fuera de su mujer y sus hijas. No tuvo, pues, 
tentaciones de viajar al estómago  de la ballena o de recorrer el gran 
hormiguero. Prefirió hacer como que se sentaba en el viejo sillón y gozar de la 
paz de los  suyos. 
Pronto se resignó a no poder  comunicarles ningún signo de su presencia. Le 
bastaba con que su mujer alzara  los ojos y mirase su retrato en lo alto de 
la pared. 
A veces se lamentó de no  encontrarse en sus paseos con otro muerto 
siquiera para cambiar impresiones.  Pero no se aburría. Acompañaba a su mujer a 
todas partes e iba al cine con las  niñas. En el invierno su mujer cayó 
enferma, y él deseó que se muriera. Tenía la  esperanza de que, al morir, el alma 
de ella vendría a hacerle compañía. Y se  murió su mujer, pero su alma fue 
tan invisible  para él como  para las huérfanas. 
Quedó otra vez solo, más  solo aún, puesto que ya no pudo ver a su mujer. 
Se consoló con el presentimiento  de que el alma de ella estaba a su lado, 
contemplando también a las hijas  comunes. ¿Se daría cuenta su mujer de que él 
estaba allí? Sí... ¡claro!... qué  duda había. ¡Era tan natural! 
Hasta que un día tuvo, por  primera vez desde que estaba muerto, esa 
sensación de más allá, de misterio, que  tantas veces lo había sobrecogido cuando 
vivo; ¿y si toda la casa estuviera  poblada de sombras de lejanos parientes, 
de amigos olvidados, de fisgones, que  divertían su eternidad espiando las 
huérfanas? 
Se estremeció de disgusto,  como si hubiera  metido la mano en una cueva de 
gusanos. ¡Almas, almas, centenares de almas extrañas  deslizándose unas 
encimas de otras, ciegas entre sí pero con sus maliciosos ojos  abiertos al 
aire que respiraban sus hijas! 
Nunca pudo recobrarse de esa  sospecha, aunque con el tiempo consiguió 
despreocuparse: ¡qué iba a hacer! Su  cuñada había recogido a las huérfanas. 
Allí se sintió otra vez en su hogar. Y  pasaron los años. Y vio morir, 
solteras, una tras otra, a sus tres hijas. Se  apagó así, para siempre, ese fuego de 
la carne que en otras familias más  abundantes va extendiéndose como un 
incendio en el  campo. 
Pero él sabía que en lo  invisible de la muerte su familia seguía 
triunfando, que todos, por el gusto de  adivinarse juntos, habitaban la misma casa, 
prendidos a su cuñada como náufragos al último  leño. 
También murió su  cuñada. 
Se acercó al ataúd donde la  velaban, miró su rostro, que todavía se 
ofrecía como un espejo al misterio, y sollozó, solo,  solo ¡qué solo! Ya no había 
nadie en el mundo de los vivos que los atrajera a  todos con la fuerza del 
cariño. Ya no había posibilidades de  citarse en un punto del universo. Ya no 
había esperanzas. Allí,  entre los cirios en llama, debían de estar las 
almas de su mujer y de sus hijas. Les dijo  "¡Adiós!" sabiendo que no podían 
oírlo, salió al patio y voló noche  arriba. 

_http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/anderson/fantasma.htm_ 
(http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/anderson/fantasma.htm)  

------------ pr�xima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: <http://lists.sonic.net/pipermail/grupito/attachments/20100726/dbdd7bfb/attachment.html>
------------ pr�xima parte ------------
A non-text attachment was scrubbed...
Name: no disponible
Type: application/pdf
Size: 16862 bytes
Desc: no disponible
URL: <http://lists.sonic.net/pipermail/grupito/attachments/20100726/dbdd7bfb/attachment.pdf>


More information about the Grupito mailing list