[Grupito] : tertulia el 15 de noviembre (martes)
Ecomujeres at aol.com
Ecomujeres at aol.com
Mon Oct 31 11:24:16 PDT 2011
ENGLISH VERSION FOLLOWS SPANISH
**************************************************************
ANUNCIOS
Ya entramos en la temporada de los días festivos. En el pasado, no
planeabamos tertulias entre Thanksgiving y el Año Nuevo. Sin embargo, si ustedes
quieren tener una tertulia antes, solo tienen que contactarme para
arreglarla. ¡Feliz días!
**************************************************************
Saludos:
La próxima tertulia literaria y gastronómica tendrá lugar el día 15 de
noviembre (el martes), a las 7:00 de la noche en la casa de Jane Brown:
6225 Ross Street
Oakland, CA
El RSVP es obligatorio: 510-658-9530 o _janebcal en yahoo.com_
(mailto:janebcal en yahoo.com)
Directions: From Berkeley & North. Come to College and Claremont
intersection. Note a third street called Florio Street between the Claremont
Diner and the First Federal Savings & Loan. Take Florio street 4 blocks. It
dead ends in Ross St. Turn left. I am the 4th house on the left.
From East Oakland, take #13 to the intersection with 24. Stay on left
side of road and follow directions towards Oakland. Get off at Colllege
Ave exit. Turn right on College Ave and go 4 blocks to the interesection of
College & Clarement. Turn right onto Florio Street and follow directions
above.
La lectura, dos cuentos por Pedro Abdón Hernández, está atado a este
mensaje en formato PDF. Incluyo información biográfica y analisis de sus obras
en otro documento PDF. Le agradezco mucho a Jessie por encontrar la
lectura y la información adicional sobre el autor.
Ademas, hay abajo una copia de la lectura por si acaso tengas problemas
con el documento.
Te rogamos que vengas preparado, habiendo leído la lectura de
antemano, y que traigas un plato y/o una bebida para compartir.
Debra Valov
_ecomujeres en aol.com_ (mailto:ecomujeres en aol.com)
ENGLISH*******************************************************
**************************************************************
ANNOUNCEMENTS
*************
The holidays are almost upon us and in the past, we’ve suspended the
tertulias between Thanksgiving and the new year. However, if you would like to
have a tertulia before that, just let me know so I can organize it. Happy
days!
***************************************************************
Hello!
The next tertulia will take place on Nov 15 (Tuesday) at 7 pm at
Jane Brown´s.
6225 Ross Street
Oakland, CA
An RSVP is required: 510-658-9530 or _janebcal en yahoo.com_
(mailto:janebcal en yahoo.com)
Directions: From Berkeley & North. Come to College and Claremont
intersection. Note a third street called Florio Street between the Claremont
Diner and the First Federal Savings & Loan. Take Florio street 4 blocks. It
dead ends in Ross St. Turn left. I am the 4th house on the left.
From East Oakland, take #13 to the intersection with 24. Stay on left
side of road and follow directions towards Oakland. Get off at Colllege
Ave exit. Turn right on College Ave and go 4 blocks to the interesection of
College & Clarement. Turn right onto Florio Street and follow directions
above.
The reading, two short stories by Pedro Abdón Hernández, is attached as a
PDF. A copy is also pasted below this message in case you have problems
with the PDF. I’ve included some biografical information and analysis of his
works in another PDF file attached. I’m very grateful to Jessie for having
selected the reading and additional information on the author.
Please come prepared, having already read the story, and bring a plate
and/or drink to share.
Debra Valov
_ecomujeres en aol.com_ (mailto:ecomujeres en aol.com)
****************************************************************************
*
Grupito mailing list
Para inscribirse en la lista de correo del Grupito/to join the Grupito
mailing list: _http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito_
(http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito)
****************************************************************************
*
LECTURA / READING
****************************************************************************
*
Dos Cuentos de Pedro Abdón Fernández
poeta, escritor, periodista del diario El Territorio, Misiones
(Argentina). www.cervantes.com
El Destello del Trueno
Mi corazón late como un gorrión enjaulado. Siempre es así cuando algo me
asusta. Pero... ¿debo temer algo? Mientras me hago esta pregunta las
palabras en la pantalla toman la forma que «Destello» quiere que ellas tengan.
-Mañana lo debo hacer de nuevo.
-¿Qué harás de nuevo? -contesto temiendo la respuesta, adivinándola.
-Eso.
Un estremecimiento involuntario me eriza los pelos de los brazos desnudos.
Un frío sudor erupciona bruscamente sobre mi piel.
Sé a qué se refiere. Pero... ¿dirá la verdad? Detrás del monitor no siento
timidez alguna, soy otra persona, sin inhibiciones, sin problemas. Muchas
veces uso la mentira como un juego inocente para mantener curioso a mi
interlocutor en Internet. Pero entre todos mis «amigos» cibernéticos,
«Destello» es el que más me intriga. Ejerce sobre mí una atracción fascinante,
hipnótica. Pero... ¿quiero realmente saber la verdad? No lo sé. Es curioso, pero
nunca me pregunté si sería uno de mis «contactos» preferidos si hubiera
sido diferente de lo que dice que es.
-¿Estas ahí, «Trueno»?
Pregunto cuándo lo hará.
-Mañana.
¿Cómo saber si miente? ¡Cuántas veces lo hice yo! Recuerdo cuando nos
«conectamos» por primera vez y nos dimos nuestras señas particulares. Sus
veinte años no eran problema (¿los tendría?). La respuesta a la clásica pregunta
sobre sus actividades laborales fue la sorpresa. Las palabras «asesina
profesional» fueron el gancho para que la colocara en mi archivo de personas
interesantes.
Yo contesté con algunos datos, todos ficticios, desde luego. Le seguí la
corriente. Le gusté. Nos comunicamos a menudo, contándonos cosas y
sintiéndonos bien con nuestras charlas. «Destello» es el único amigo que me sigue
interesando desde que tengo Internet. Los demás me aburrieron enseguida y les
di el fin que doy a todas las cosas que llegan a ese estado. El olvido.
Tiene «algo» que me llega. No puedo definir qué. Tal vez sean sus comentarios
inteligentes, o sus palabras tiernas y su fino sentido del humor. A veces
dice cosas cómicas, que me hacen reír. También hay temas sobre los cuales
no quiere hablar, entonces no insisto.
-¿Otra vez acá?
La voz áspera de mi cónyuge me sobresalta. No quiero que lea lo que tengo
escrito en la pantalla, rápidamente muevo el mouse y evito que lo haga.
-¿Qué quieres? -respondo, tratando de disfrazar el fastidio que me produce
cuando entra en lo que considero mi «salón privado», el lugar donde está
mi computadora.
Sin responder se retira con un portazo dándome a entender que odia lo que
estoy haciendo. Lo sé y no me importa. Mi «adicción» como la llama mi
consorte, está ocupando un lugar primordial en mi vida. Ya no lucha contra ella.
Se ha limitado a hablarme de la comodidad de tener dormitorios separados,
«puesto que tenemos intereses tan dispares». Consentí sin problemas, para
que no sepa la hora en que me acuesto y así «navegar» a mis anchas. Tal vez
en el fondo prefiera que tenga esta distracción con la que me encierro en
mi estudio, en vez de salir de casa... como antes.
Cuando tengo la seguridad de que nadie está en la habitación, vuelvo a lo
mío. Hoy «Destello» quiere contarme algo. Lo adivino por sus respuestas
largas, dándome lugar a interrupciones para hacer preguntas aclaratorias.
¿Cómo olvidar lo que pasó tres meses atrás? Ella dijo que tenía un
«contrato». Como siempre, le seguí la corriente nadando en mi escepticismo
natural. Sólo que una semana después, en un periódico local, en un recuadro
pequeño, leí una crónica policial. La autopsia hecha a un abogado que había
muerto al accidentarse con su auto, reveló que tenía en la nuca una bala de
nueve milímetros. Una noticia como tantas de las que se oye en la región. A mí
me sacudieron cuatro cosas de esa lectura: la fecha del accidente, la
profesión del difunto, la ubicación de la bala y sus medidas. Detalles que me
había dado «Destello» días antes. A pesar de que sentí la adrenalina correr
impetuosa por todo el cuerpo, quise disculparla. Coincidencias, me dije.
Pero me causó una impresión tan grande que no me comuniqué varios días.
Cinco. Fueron todos los que pude aguantar sin ponerme en contacto. Sin
nuestras conversaciones faltaba algo. Me sentía tan triste. La necesitaba.
¿Curiosidad? ¿Atracción? ¿Obsesión? ¡Qué sé yo! No le puse rótulo, pero me
aferré a mi computadora esperando, rogando que ella estuviera ahí. Y estaba.
¡Qué alegría! ¡Qué euforia! ¡Y qué alivio! Todo era nuevamente bello,
alegre, me sentía fuerte y con ganas de hacer de todo. Olvidé mis problemas
conyugales. Como no sé cantar me puse a silbar una tonada que creí olvidada.
No quise hablar sobre lo que había leído en el diario. Tal vez más
adelante lo hiciera. Y me sumergí en el placer de comunicarnos. Nuestros temas se
volvieron algo personales, comencé a usar un poco más la sinceridad. Total,
ella no sabía dónde vivía ni cómo era yo. La siento sincera, pero...
¿quién puede asegurarlo? Nadie.
Así hablamos por días, semanas, hasta hoy.
Vuelvo morbosamente al tema del asesinato. Pregunto cuánto le pagarán. Me
dice una cantidad. Pregunto qué razones le dieron. No suelen darlas. Pero
que en este caso (un clásico, según ella), el tipo sí dio explicaciones.
Nunca le interesaron, desde luego. Quería matar a su mujer para estar con su
amante, el divorcio lo arruinaría todo ya que perdería el dinero. Era todo
de ella.
-Así que usarás tu frase ejecutora por última vez, ¿verdad?
Me sonaba algo folletinesco lo de: «¿Sabe cuándo es la hora de su
muerte?», pregunta que precedía a la ejecución de sus víctimas, según «Destello».
Me respondió afirmativamente y me despedí. Hasta creo que le deseé suerte.
(¿Cómo pude hacerlo?). Pero en el fondo no le creo nada. Y si es verdad...
¿Soy cómplice? Me obligo a no pensar más en ella y sin bañarme me arrojo a
la cama vacía de la que me levanto sin haber conciliado el sueño. En la
oficina la secretaria me sirve un café fuerte, como le había pedido para
despabilarme. No lo consigo del todo. Cometo miles de errores en el trabajo. A
las dos, me dirijo con premura al amplio estacionamiento donde se encuentra
aparcado mi vehículo. Busco la llave para abrirlo. Un joven delgado me
pregunta amablemente la hora, distraídamente le contesto. En vez de darme las
gracias hace otra pregunta:
-¿Sabe cuándo es la hora de su muerte?
La sorpresa me impide hablar, reaccionar. Sé que palidecí bajo el
maquillaje. En décimas de segundo supe que mis sospechas sobre las relaciones que
mantiene mi marido con Miguela eran fundadas. Pero eso pasa ahora a segundo
término. Quiero gritar que se detenga, que soy «Trueno», pero el estruendo
que produce la pistola al dispararme me indica que «Destello» ha realizado
con éxito su último trabajo...
***************************************************
(http://www.cervantesvirtual.com/s3/BVMC_OBRAS/ffe/2df/fa8/2b1/11d/fac/c70/021/85c/e60/64/mimes/ffe2dffa-82b1-11df-acc7-002185ce6064_1.html#I_4_)
(http://www.cervantesvirtual.com/s3/BVMC_OBRAS/ffe/2df/fa8/2b1/11d/fac/c70/021/8
5c/e60/64/mimes/ffe2dffa-82b1-11df-acc7-002185ce6064_1.html#I_6_)
Contraseñas
Lucas pesa mucho y el bolso lleno de provistas que traigo del súper
también. Llora cuando lo bajo para abrir la puerta del departamento. Marcos ha
llegado. El olor del cigarrillo rubio que fuma me lo dice. Lo saludo y me
responde con un gruñido. Va hacia su recinto «sagrado» como lo llamo yo, así
que no lo molesto. Sé que no le gusta que le hablen cuando está encerrado en
su cuarto de estudio. Él cree que no sé de sus «juegos» en la computadora.
En realidad, no me interesan. Que tengan ellas sus palabras. Yo lo tengo a
él en carne y hueso.
Preparo su receta preferida mientras Lucas se entretiene con sus juguetes.
Pronto lo aburren. Esta tarde lo llevaré al parque para que respire algo
de aire fresco. Debo apresurarme, ya son las once. Marcos volverá a salir a
la una.
Imprimo el último trabajo y estoy libre, por lo menos por la mañana. Las
once y media. Tengo tiempo de revisar mi correo antes del almuerzo. Hoy me
escribieron muchos amigos, pero «ella» no lo hizo. Abro algunos mensajes.
Los contesto enseguida. Mi mujer entra a la pieza subrepticiamente. La
presiento antes de verla. Menos mal que estoy contestando el e-mail de un amigo,
no necesito cerrarlo. Ella se coloca detrás de mí. Me hace un masaje suave
en los hombros, mientras me dice que el almuerzo tardará sólo unos minutos.
Sé que ella lee el texto en el monitor. Dejo que lo haga. Sin ningún apuro
guardo el material antes de enviarlo.
La acompaño al comedor donde juego con Lucas. Ella prepara la mesa con
una sonrisa misteriosa en los labios.
No pido a Marcos el dinero que voy a necesitar esta mañana para tener una
excusa e ir a su oficina. ¿Que quién está en su oficina? Su nueva
secretaria. Bueno, no tan nueva. Hace dos meses que la contrató. ¡Qué coincidencia!
El tiempo exacto en que se volvió conmigo más frío que un témpano de hielo.
Pero lo que realmente me puso sobre aviso fue una conversación telefónica
que oí «sin querer» entre mi marido y Franco. Hablaban con gran entusiasmo
sobre «los grandes atributos» de la chica. Me imaginé de qué se trataba.
Así que dejo a Lucas en el jardín de infantes y me doy una vuelta por su
trabajo.
Es bonita, no hay dudas de ello. También es joven y parece inteligente.
Cuando supo que era la esposa de Marcos su mirada se volvió diferente, como
midiéndome. En la comparación se dio varios puntos de ventaja. Marcos no
está y se ve en apuros para impedirme entrar a su despacho. Nos hablamos con
cortesía, pero ambas sabemos que mentimos.
Noto que puede ser un enemigo peligroso al cual hay que eliminar cuanto
antes.
Son las doce de la noche. Ella duerme. Con infinitas precauciones me
levanto de la cama para no despertarla. Voy a mi estudio. Busco el mensaje que
esperé desde ayer. Sí, al fin. Lo abro y me llevo la sorpresa de mi vida.
«Ella» me dice que no vuelva a escribirle nunca más. No soporta la mentira,
bueno, tal vez alguna pequeña, pero eso de «soltero» que resulta «casado»
le pareció un sacrilegio. ¡Ah, y que no vuelva a comunicarme, porque ya
cambió su correo electrónico! Pero... ¿quién pudo descubrirme? ¿Cómo leyeron
mis correos? ¿Y cómo supieron mi contraseña?
Las seis «amigas» me dejaron mensajes con idénticos contenidos, con
pequeñas variantes en lo que se refiere a algún insulto más fuerte o más grosero
que otro.
¡En un solo día perdí a mis seis amistades preferidas! Me queda Margarita,
la única que conozco personalmente y que sabe todo de mí. La llamo por
teléfono. Me dice que ella también recibió el mensaje. No, no se enojó porque
me conoce. Entre risas me cuenta que la carta que recibió le advertía «que
era casado y padre ejemplar» y que no era «la única amiga informática».
Como prueba daba una serie de correos electrónicos para que lo comprobase.
-¿Qué pasó? ¿Una amante despechada tuvo acceso a tu computadora?
Le juro y rejuro que no tengo amante alguna, que ella es la única (por lo
menos que me quede una), y con la promesa que volveremos a comunicarnos,
corto.
Me siento muy molesto por toda esta situación. En primer lugar, sentía un
afecto especial por todas «mis amigas» a las que perdí de un sopetón, en
segundo, que habían invadido mi privacidad. Leer mi correspondencia es un
atentado a la intimidad. ¿Cómo lo hicieron? ¿Quién pudo hacerme esto? Debe
ser alguien cercano. Y qué sabe de computación.
Mi mujer es un cero a la izquierda en informática, así que sólo me
queda... Dafne.
Estoy seguro que es ella. Tiene acceso a mi computadora, ya que le dicto
algún que otro mensaje en la oficina y quedamos a «platicar» a menudo. Sé
que es muy celosa. Últimamente comenzó a hablar de lo lindo que sería vivir
juntos.
Así que tomo esta importante decisión: cambiar mi contraseña para entrar
en mis correos y, por supuesto, cambiar también la secretaria.
Marcos está muy cariñoso hoy. ¡Hace tiempo no está así conmigo! ¡Si hasta
se ofrece para acostar a Lucas mientras me doy un baño!
Sus ojos me miran nuevamente con ese brillo que tenía cuando éramos tan
unidos y que extraño tanto últimamente.
Elige una música suave y me invita a bailar. Mi cuerpo recuerda todavía
cómo estremecerse de placer cuando me besa. Como quien no quiere le pregunto
si ha despedido a la secretaria. Me responde que ahora eso no tiene
importancia, que tenemos cosas más importantes que hacer. Tiene razón. Yo tampoco
le digo que en estos meses me volví una experta en computación y que sólo
un tonto pondría la fecha de nacimiento como contraseña para abrirla. En
vez de eso, respondo a sus besos, cuidándome mucho de no reír a carcajadas.
------------ pr�xima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: <http://lists.sonic.net/pipermail/grupito/attachments/20111031/ad1b3343/attachment.html>
------------ pr�xima parte ------------
A non-text attachment was scrubbed...
Name: no disponible
Type: application/pdf
Size: 19050 bytes
Desc: no disponible
URL: <http://lists.sonic.net/pipermail/grupito/attachments/20111031/ad1b3343/attachment.pdf>
------------ pr�xima parte ------------
A non-text attachment was scrubbed...
Name: no disponible
Type: application/pdf
Size: 86245 bytes
Desc: no disponible
URL: <http://lists.sonic.net/pipermail/grupito/attachments/20111031/ad1b3343/attachment-0001.pdf>
More information about the Grupito
mailing list