[Grupito] : Tertulia el 8 de mayo de 2012

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Tue Apr 24 22:25:34 PDT 2012


 
-  ENGLISH VERSION FOLLOWS SPANISH - 
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ANUNCIOS 
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Todavía no tenemos otra  tertulia programada para los fines de mayo.  Favor 
de avisarme si quieres ofrecer tu  casa. 
¿Conoces alguien  interesado en el Grupito? Puede inscribirse diréctamente 
en la página:  http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito. 
Si ya no quieres recibir  los mensajes del Grupito, visita la página del 
Grupito  http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito  para terminar tu  
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Saludos: 
La próxima tertulia  literaria y gastronómica tendrá lugar el día 8 de  
mayo (el martes) en la  casa de Ana Polt. 
33 Bowling Dr., Oakland  94618 
(510)  547-0996 
El RSVP a Ana es  obligatorio: b-p en consultant.com 
Para llegar a Bowling  Dr.: 
1. College Ave.  north, past BART, left on Manila. Cross Broadway and  bear 
right onto Monroe. 
Monroe ends at Broadway Terr. [Broadway  Terrace] 
Left  on Broadway Terr. 
Very  shortly thereafter, left uphill on Country Club Dr. 
Third  right is Bowling.  
#33  is on the right. California Spanish style; large Atlas cedar in  
front. 
Or 2.  From downtown OaklandÑ Broadway north past Rockridge shopping center 
to Broadway  Terr., past College of the Arts. 
Right  on Broadway Terr. (Union 76  station). 
Left  uphill on Country Club  Dr. 
Third  right is Bowling.  
#33  is on the right. California Spanish style; large Atlas cedar in  
front. 
Or 3.  From Berkeley: Shattuck ,or Telegraph, or  Claremont to  51st  St. 
Left  on Broadway. Continue as above. 
Or 4  From Warren  freeway (13) to Broadway Terrace exit.   
Left  on Broadway Terr., uphill and down, past Village Market on left. 
Right  on Glenbrook. 
Second left is Bowling. 
#33  is on the right. California Spanish style; large Atlas cedar in  
front. 
La lectura, El regreso,  por Carmen Laforet, está adjunta en formato PDF. 
Ademas, hay abajo una  copia de la lectura si tienes problemas con el PDF. 
Te rogamos que vengas  preparado, habiendo leído la lectura de 
antemano, y que traigas  un plato y/o una bebida para compartir. 
Debra  Valov 
ecomujeres en aol.com 
-  ENGLISH - 
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ANNOUNCEMENTS 
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We  still don’t have a tertulia planned for late May.  If you’d like 
to  offer your house, please contact me. 
Know  someone who wants to join El Grupito?  They can join directly by 
visiting the page:  http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito. 
No  longer want to receive messages from El Grupito? Go to the Grupito page 
and  remove yourself from the list:  
http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito  
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Hello! 
The  next tertulia will take place on May 8 (Tuesday) at 7 pm at the home 
of Ana  Polt. 
33 Bowling Dr., Oakland 94618 
(510)  547-0996 
A  RSVP is required: b-p en consultant.com 
Para llegar a Bowling  Dr.: 
1. College Ave.  north, past BART, left on Manila. Cross Broadway and  bear 
right onto Monroe. 
Monroe ends at Broadway Terr. [Broadway  Terrace] 
Left  on Broadway Terr. 
Very  shortly thereafter, left uphill on Country Club Dr. 
Third  right is Bowling.  
#33  is on the right. California Spanish style; large Atlas cedar in  
front. 
Or 2.  From downtown OaklandÑ Broadway north past Rockridge shopping center 
to Broadway  Terr., past College of the Arts. 
Right  on Broadway Terr. (Union 76  station). 
Left  uphill on Country Club  Dr. 
Third  right is Bowling.  
#33  is on the right. California Spanish style; large Atlas cedar in  
front. 
Or 3.  From Berkeley: Shattuck ,or Telegraph, or  Claremont to  51st  St. 
Left  on Broadway. Continue as above. 
Or 4  From Warren  freeway (13) to Broadway Terrace exit.   
Left  on Broadway Terr., uphill and down, past Village Market on left. 
Right  on Glenbrook. 
Second left is Bowling. 
#33  is on the right. California Spanish style; large Atlas cedar in  
front. 
The  reading, El Regreso, by Carmen Laforet, is attached as a PDF file. 
There  is also a copy of the story below in case you have problems with the 
PDF.  
Please come prepared, having already read the story, and  bring a plate  
and/or drink to share. 
Debra  Valov 
ecomujeres en aol.com 
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Grupito mailing  list 
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LECTURA/READING 
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El  regreso 
Carmen  Laforet 
Era una  mala idea, pensó Julián, mientras aplastaba la frente contra los 
cristales y  sentía su frío húmedo refrescarle hasta los huesos, tan bien 
dibujados debajo de  su piel transparente. Era una mala idea esta de mandarle a 
casa la Nochebuena.  Y, además, mandarle a casa para siempre, ya 
completamente curado. Julián era un  hombre largo, enfundado en un decente abrigo 
negro. Era un hombre rubio, con los  ojos y los pómulos salientes, como 
destacando en su flacura. Sin embargo, ahora  Julián tenía muy buen aspecto. Su 
mujer se hacía cruces sobre su buen aspecto  cada vez que lo veía. Hubo tiempos 
en que Julián fue sólo un puñado de venas  azules, piernas como larguísimos 
palillos y unas manos grandes y sarmentosas.  Fue eso, dos años atrás, 
cuando lo ingresaron en aquella casa de la que, aunque  parezca extraño, no tenía 
ganas de  salir.   
-Muy  impaciente, ¿eh?... Ya pronto vendrán a buscarle. El tren de las 
cuatro está a  punto de llegar. Luego podrán ustedes tomar el de las cinco y 
media... Y esta  noche, en casa, a celebrar la Nochebuena... Me gustaría, 
Julián, que no se  olvidase de llevar a su familia a la misa del Gallo, como 
acción de gracias...  Si esta Casa no estuviese tan alejada... Sería muy hermoso 
tenerlos a todos esta  noche aquí... Sus niños son muy lindos, Julián... 
Hay uno, sobre todo el más  pequeñito, que parece un Niño Jesús, o un San 
Juanito, con esos bucles rizados y  esos ojos azules. Creo que haría un buen 
monaguillo, porque tiene cara de  listo...  
Julián  escuchaba la charla de la monja muy embebido. A esta sor María de 
la Asunción,  que era gorda y chiquita, con una cara risueña y unos carrillos 
como manzanas,  Julián la quería mucho. No la había sentido llegar, metido 
en sus reflexiones,  ya preparado para la marcha, instalado ya en aquella 
enorme y fría sala de  visitas... No la había sentido llegar, porque bien sabe 
Dios que estas mujeres  con todo su volumen de faldas y tocas caminan 
ligeras y silenciosas, como barcos  de vela. Luego se había llevado una alegría 
al verla. La última alegría que  podía tener en aquella temporada de su vida. 
Se le llenaron los ojos de  lágrimas, porque siempre había tenido una gran 
propensión al sentimentalismo,  pero que en aquella temporada era ya casi 
una  enfermedad. 
-Sor  María de la Asunción... Yo, esta misa del Gallo, quisiera oírla aquí, 
con  ustedes. Yo creo que podía quedarme aquí hasta mañana... Ya es 
bastante estar  con mi familia el día de Navidad... Y en cierto modo ustedes 
también son mi  familia. Yo... Yo soy un hombre agradecido.  
-Pero,  ¡criatura!... Vamos, vamos, no diga disparates. Su mujer vendrá a 
recogerle  ahora mismo. En cuanto esté otra vez entre los suyos, y 
trabajando, olvidará  todo esto, le parecerá un sueño...  
Luego se  marchó ella también, sor María de la Asunción, y Julián quedó 
solo otra vez con  aquel rato amargo que estaba pasando, porque le daba pena 
dejar el manicomio.  Aquel sitio de muerte y desesperación, que para él, 
Julián, había sido un buen  refugio, una buena salvación... Y hasta en los 
últimos meses, cuando ya a su  alrededor todos lo sentían curado, una casa de 
dicha. ¡Con decir que hasta le  habían dejado conducir...! Y no fue cosa de 
broma. Había llevado a la propia  Superiora y a sor María de la Asunción a la 
ciudad a hacer compras. Ya sabía él,  Julián, que necesitaban mucho valor 
aquellas mujeres para ponerse confiadamente  en manos de un loco..., o un ex 
loco furioso, pero él no iba a defraudarlas. El  coche funcionó a la perfección 
bajo el mando de sus manos expertas. Ni los  baches de la carretera 
sintieron las señoras. Al volver, le felicitaron, y él se  sintió enrojecer de 
orgullo.  
-Julián...  
Ahora  estaba delante de él sor Rosa, la que tenía los ojos redondos y la 
boca redonda  también. Él a sor Rosa no la quería tanto; se puede decir que 
no la quería nada.  Le recordaba siempre algo desagradable en su vida. No 
sabía qué. Le contaron que  los primeros días de estar allí se ganó más de una 
camisa de fuerza por intentar  agredirla. Sor Rosa parecía eternamente 
asustada de Julián. Ahora, de repente,  al verla, comprendió, a quién se parecía. 
Se parecía a la pobre Herminia, su  mujer, a la que él, Julián, quería 
mucho. En la vida hay cosas incomprensibles.  Sor Rosa se parecía a Herminia. Y, 
sin embargo, o quizá a causa de esto, él,  Julián, no tragaba a sor Rosa.  
-Julián... Hay una conferencia para usted. ¿Quiere venir al  teléfono? La 
Madre me ha dicho que se ponga usted  mismo. 
La Madre  era la mismísima Superiora. Todos la llamaban así. Era un honor 
para Julián ir  al teléfono.  
Llamaba  Herminia, con una voz temblorosa allí al final de los hilos, 
pidiéndole que él  mismo cogiera el tren si no le importaba.  
-Es que  tu madre se puso algo mala... No, nada de cuidado; su ataque de 
hígado de  siempre... Pero no me atreví a dejarla sola con los niños. No he 
podido  telefonear antes por eso... por no dejarla sola con el  dolor... 
Julián  no pensó más en su familia, a pesar de que tenía el teléfono en la 
mano. Pensó  solamente que tenía ocasión de quedarse aquella noche, que 
ayudaría a encender  las luces del gran Belén, que cenaría la cena maravillosa 
de Nochebuena, que  cantaría a coro los villancicos. Para Julián todo aquello 
significaba  mucho.  
-A lo  mejor no voy hasta mañana... No te asustes. No, no es por nada; 
pero, ya que no  vienes, me gustaría ayudar a las madres en algo; tienen mucho 
trajín en estas  fiestas... Sí, para la comida sí estaré... Sí, estaré en 
casa el día de  Navidad.  
La  hermana Rosa estaba a su lado contemplándolo, con sus ojos redondos, 
con su boca  redonda. Era lo único poco grato, lo único que se alegraba de 
dejar para  siempre... Julián bajó los ojos y solicitó humildemente hablar con 
la Madre, a  la que tenía que pedir un favor especial.  
Al día  siguiente, un tren iba acercando a Julián, entre un gris aguanieve 
navideño, a  la ciudad. Iba él encajonado en un vagón de tercera entre pavos 
y pollos y los  dueños de estos animales, que parecían rebosar optimismo. 
Como única fortuna,  Julián tenía aquella mañana su pobre maleta y aquel buen 
abrigo teñido de negro,  que le daba un agradable calor. Según se iban 
acercando a la ciudad, según le  daba en las narices su olor, y le chocaba en 
los ojos la tristeza de los enormes  barrios de fábricas y casas obreras, 
Julián empezó a tener remordimientos de  haber disfrutado tanto la noche 
anterior, de haber comido tanto y cosas tan  buenas, de haber cantado con aquella 
voz que, durante la guerra, habían aliviado  tantas horas de aburrimiento y 
de tristeza a su compañeros de  trinchera.  
Julián  no tenía derecho a tan caliente y cómoda Nochebuena, porque hacía 
bastantes años  que en su casa esas fiestas carecían de significado. La pobre 
Herminia habría  llevado, eso sí, unos turrones indefinibles, hechos de 
pasta de batata pintada  de colores, y los niños habrían pasado media hora 
masticándolos ansiosamente  después de la comida de todos los días. Por lo menos 
eso pasó en su casa la  última Nochebuena que él había estado allí. Ya 
entonces él llevaba muchos meses  sin trabajo. Era cuando la escasez de 
gasolina. Siempre había sido el suyo un  oficio bueno; pero aquel año se puso fatal. 
Herminia fregaba escaleras. Fregaba  montones de escaleras todos los días, 
de manera que la pobre sólo sabía hablar  de las escaleras que la tenían 
obsesionada y de la comida que no encontraba.  Herminia estaba embarazada otra 
vez en aquella época, y su apetito era algo  terrible. Era una mujer flaca, 
alta y rubia como el mismo Julián, con un  carácter bondadoso y unas gafas 
gruesas, a pesar de su juventud... Julián no  podía con su propia comida 
cuando la veía devorar la sopa acuosa y los boniatos  1.  
Sopa  acuosa y boniatos era la comida diaria, obsesionante, de la mañana y 
de la noche  en casa de Julián durante todo el invierno aquel. Desayuno no 
había sino para  los niños. Herminia miraba ávida la leche azulada que, muy 
caliente, se bebían  ellos antes de ir a la escuela... Julián, que antes 
había sido un hombre tragón,  al decir de su familia, dejó de comer por 
completo... Pero fue mucho peor para  todos, porque la cabeza empezó a flaquearle y 
se volvió agresivo. Un día,  después que ya llevaba varios en el 
convencimiento de que su casa humilde era un  garaje y aquellos catres que se apretaban 
en las habitaciones eran autos  magníficos, estuvo a punto de matar a 
Herminia y a su madre, y lo sacaron de  casa con camisa de fuerza y... Todo eso 
había pasado hacía tiempo... Poco tiempo  relativamente.  
Ahora  volvía curado. Estaba curado desde hacía varios meses. Pero las 
monjas habían  tenido compasión de él y habían permitido que se quedara un poco 
más... hasta  aquellas Navidades. De pronto se daba cuenta de lo cobarde que 
había sido al  procurar esto. El camino hasta su casa era brillante de 
escaparates, reluciente  de pastelerías. En una de aquellas pastelerías se 
detuvo a comprar una tarta.  Tenía algún dinero y lo gastó en eso. Casi le 
repugnaba el dulce de tanto que  había tomado aquellos días; pero a su familia no 
le ocurriría lo  mismo. 
Subió  las escaleras de su casa con trabajo, la maleta en una mano, el 
dulce en la  otra. Estaba muy alta su casa. Ahora, de repente, tenía ganas de 
llegar, de  abrazar a su madre, aquella vieja siempre risueña, siempre 
ocultando sus  achaques, mientras podía aguantar los dolores. 
Había  cuatro puertas descascarilladas, antiguamente pintadas de verde. Una 
de ellas  era la suya. Llamó.  
Se vio  envuelto en gritos de chiquillos, en los flacos brazos de Herminia. 
También en  un vaho de cocina caliente. De buen guiso. 
-¡Papá...! ¡Tenemos pavo!  
Era lo  primero que le decían. Miró a su mujer. Miró a su madre, muy 
envejecida, muy  pálida aún a consecuencia del último arrechucho, pero abrigada 
con una toquilla  de lana nueva. El comedorcito lucía la pompa de una cesta 
repleta de dulces,  chucherías y lazos.  
-¿Ha...  ha tocado la lotería?  
-No,  Julián... Cuanto tú te marchaste, vinieron unas señoras... De 
Beneficencia, ya  sabes tú... Nos han protegido mucho; me han dado trabajo; te van 
a buscar  trabajo a ti también, en un garaje...  
¿En un  garaje...? Claro, era difícil tomar a un ex loco como chófer. De 
mecánico tal  vez. Julián volvió a mirar a su madre y la encontró con los ojos 
llorosos. Pero  risueña. Risueña como siempre.  
De golpe  le caían otra vez sobre los hombros las responsabilidades, 
angustias. A toda  aquella familia que se agrupaba a su alrededor venía él, 
Julián, a salvarla de  las garras de la Beneficencia. A hacerla pasar hambre otra 
vez, seguramente,  a...  
-Pero,  Julián, ¿no te alegras?... Estamos todos juntos otra vez, todos 
reunidos en el  día de Navidad... ¡Y qué Navidad! ¡Mira!  
Otra  vez, con la mano, le señalaban la cesta de los regalos, las caras 
golosas y  entusiasmadas de los niños. A él. Aquel hombre flaco, con su abrigo 
negro y sus  ojos saltones, que estaba tan triste. Que era como si aquel día 
de Navidad  hubiera salido otra vez de la infancia para poder ver, con toda 
crueldad, otra  vez, debajo de aquellos regalos, la vida de  siempre.  
1  boniato: este tubérculo de fécula azucarada, comestible, abundó, como 
las  lentejas durante la Guerra Civil,  y  después, en la inmediata posguerra, 
debido a su bajo precio, sirvió de alimento  a las familias humildes.  
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Biografía breve: Carmen Laforet Díaz nació el 6 de septiembre  de 1921 en 
Barcelona. Se trasladó a Canarias con su familia cuando contaba dos  años de 
edad, pero con 18 regresó a Barcelona para estudiar Filosofía y Letras y  
Derecho, sin llegar a terminar ninguna de las dos carreras. Tres años más 
tarde  se va a vivir a Madrid, donde contrae matrimonio. 
Ganó con  23 años la primera edición del Premio Nadal con su novela Nada, 
obteniendo un  enorme éxito de público ( tres ediciones en el mismo año de su 
publicación) y de  crítica, que culminó en 1948 con el premio Fastenrath de 
la  RAE. 
Más  tarde continuó su obra narrativa con varias novelas, cuentos y relatos 
cortos.  La insolación, publicada en 1963, es hasta la fecha su última 
novela y la  primera parte de una trilogía que debía titularse Tres pasos fuera 
del  tiempo.  Falleció en Madrid el 29 de  febrero de 2004. 
http://www.escritoras.com/escritoras/escritora.php?i=-761813936      Tiene 
lo  sobrescrito y una lista de obras de Laforet. 
Biografía de Carmen Laforet: 
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/laforet.htm 

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