[Grupito] : tertulia el 7 de mayo (martes)
Ecomujeres at aol.com
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Sat Apr 27 15:16:12 PDT 2013
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ANUNCIOS – EVENTOS VENIDEROS
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Si quieres ofrecer tu casa para una tertulia en junio, avísame porfa.
¿Conoces alguien interesado en el Grupito? Puede inscribirse diréctamente
en la página: http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito
Si ya no quieres recibir los mensajes del Grupito, visite la página del
Grupito http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito para terminar tu
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Saludos:
La próxima tertulia literaria y gastronómica tendrá lugar el día 7 de mayo
(el martes), a las 7:00 de la noche en la casa de Ana Shapiro.
Debido a su casita pequeña, solo hay espacio para 8 huéspedes. Por eso,
el RSVP a Ana es obligatorio. Por telefono: 510 845 0365 o por email:
_anneshapiro223 en gmail.com_ (mailto:anneshapiro223 en gmail.com)
Ella enviará las direcciones a su casa a cada uno de los primeros 8 que
respondan.
La lectura, dos cuentos cortos por Elena Poniatowska, está adjunta en
formato PDF.
Ademas, hay abajo una copia de la lectura por si acaso tengas problemas
con
el documento.
Te rogamos que vengas preparado, habiendo leído la lectura de
antemano, y que traigas un plato y/o una bebida para compartir.
Debra Valov
ecomujeres en aol.com
ENGLISH
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ANNOUNCEMENTS – UPCOMING EVENTS
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If you’re interested in hosting a tertulia in June, please let me know.
Know someone who wants to join El Grupito? They can join directly by
visiting the page: http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito
No longer want to receive messages from El Grupito? Go to the Grupito page
and remove yourself from the list:
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Hello!
The next tertulia will take place on May 7 (Tuesday) at 7 pm at
Ana Shapiro’s.
Because her casita is small, there is only room for 8 guests and an RSVP
is required: 510-845-0365 o por email: _anneshapiro223 en gmail.com_
(mailto:anneshapiro223 en gmail.com)
She will send directions to her place to the first 8 people to RSVP.
The reading, two short stories by Elena Poniatowska, is attached as a PDF
file. There is also a copy at the end of this email in case you have
problems with the file.
Please come prepared, having already read the story, and bring a plate
and/or drink to share.
Debra Valov
ecomujeres en aol.com
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Grupito mailing list
Para inscribirse en la lista de correo del Grupito, visita:
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LA LECTURA/READING
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Esperanza número equivocado
Esperanza siempre abre el periódico en la sección de sociales y se pone a
ver las novias. Suspira: “Ay, señorita Diana, cuándo la veré a usted así”.
Y examina infatigable los rostros de cada uno de las felices desposadas. “
Mire, a esta le va a ir de la patada…” “A esta otra pue' que y se le haga…”
“Esta ya se viene fijando en otro. Ya ni la amuela. Creo que es el padrino
…” Sigue hablando de las novias obsesiva y maligna. Con sus uñas
puntiagudas —“me las corto de triangulito, pa arañar, así se las había de limar la
señorita”—, rasga el papel y bruscamente desaparece la nariz del novio, o
la gentil contrayente queda ciega: “Mire niña Diana, qué chistosos se ven
ahora los palomos”. Le entra una risa larga, larga, larga, entrecortada de
gritos subversivos: “Hi ¡Hi! ¡Hi! ¡Hi! ¡Hiiii!”, que sacude su pequeño
cuerpo de arriba abajo. “No te rías tanto, Esperanza, que te va a dar hipo”.
A veces Diana se pregunta por qué no se habrá casado Esperanza. Tiene un
rostro agradable, los ojos negros muy hundidos, un leve bigotito y una
patita chueca. La sonrisa siempre en flor. Es bonita y se baña diario.
Ha cursado cien novios: “No le vaya a pasar lo que a mí, ¡que de tantos me
quedé sin ninguno!”. Ella cuenta: “Uno era decente, un señor ingeniero,
fíjese usted. Nos sentábamos el uno al lado del otro en una banca del parque
y a mí me daba vergüenza decirle que era criada y me quede silencia”.
Conoció al ingeniero por un “equivocado”. Su afición al teléfono la
llevaba a entablar largas conversaciones. “no señor, está usted equivocado. Esta
no es la familia que usted busca, pero ojalá y fuera”. “Carnicería ‘La
Fortuna'” “No, es una casa particular pero qué fortuna…” Todavía hoy, a los
cuarenta y ocho años, sigue al acecho de los equivocados. Corre al
teléfono con una alegría expectante: “Caballero yo no soy Laura Martínez, soy
Esperanza…” Y a la vez siguiente: “Mi nombre es otro, pero en ¿qué puedo
servirle?” ¡Cuánto correo del corazón! Cuántos “Nos vemos en la puerta del cine
Encanto. Voy a llevar un vestido verde y un moño rojo en la cabeza”…
¡Cuántas citas fallidas! ¡Cuántas idas a la esquina a ver partir las
esperanzas! Cuántos: “¡Ya me colgaron!” Pero Esperanza se rehace pronto y tres o
cuatro días después, allí está nuevamente en servicio dándole vuelta al disco,
metiendo el dedo en todos los números, componiendo cifras al azar a ver si
de pronto alguien le contesta y le dice como Pedro Infante: “¿Quiere usted
casarse conmigo?” Compostura, estropicio, teléfono descompuesto, 02, 04,
mala manera de descolgarse por la vida, como una araña que se va hasta el
fondo del abismo colgada del hilo del teléfono. Y otra vez a darle a esa
negra carátula de reloj donde marcamos puras horas falsas, puros: “Voy a pedir
permiso”, puros: “Es que la señora no me deja…”, puros: “¿Qué de qué?”
porque Esperanza no atina y ya le está dando el cuarto para las doce.
Un día el ingeniero equivocado llevó a Esperanza al cine, y le dijo en lo
oscuro: “Oiga señorita, ¿le gusta la natación?” Y le puso la mano en el
pecho. Tomada por sorpresa, Esperanza respondió: “Pues mire usted ingeniero,
ultimadamente y viéndolo bien, a mí me gusta mi leche sin nata”. Y le quitó
la mano.
Durante treinta años, los mejores de su vida, Esperanza ha trabajado de
recamarera. Sólo un domingo por semana puede asomarse a la vida de la calle,
a ver a aquella gente que tiene “su” casa y “su” ir y venir.
Ahora ya de grande y como le dicen tanto que es de la familia, se ha
endurecido. Con su abrigo de piel de nutria heredado de la señora y su collar de
perlas auténticas, regalo del señor, Esperanza mangonea a las demás y se
ha instituido en la única detentadora de la bocina. Sin embargo, su voz ya
no suena como campana en el bosque y en su último “equivocado” pareció
encogerse, sentirse a punto de desaparecer, infinitamente pequeña, malquerida,
y, respondió modulando dulcemente las palabras: “No señor, no, yo no soy
Isabel Sánchez, y por favor, se me va a ir usted mucho a la chingada”.
* De noche vienes , Ed. Grijalbo, 1979, México, pp. 31- 36.
_http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/lengua_comunicacion/el_oto%F1o/en
trale/entrale_poniatow/etapa3/etapa3a.htm_
(http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/act_permanentes/lengua_comunicacion/el_oto/entrale/entrale_poniatow
/etapa3/etapa3a.htm)
Las lavanderas
Elena Poniatowska
EN LA HUMEDAD gris y blanca de la mañana, las lavanderas tallan su ropa.
Entre sus manos el mantel se hincha como pan a medio cocer, y de pronto
revienta con mil burbujas de agua. Arriba sólo se oye el chapoteo del aire sobre
las sábanas mojadas. Y a pesar de los pequeños toldos de lámina, siento
como un gran ruido de manantial. El motor de los coches que pasan por la
calle llega atenuado; jamás sube completamente. La ciudad ha quedado atrás;
retrocede, se pierde en el fondo de la memoria.
Las manos se inflaman, van y vienen, calladas; los dedos chatos, las uñas
en la piedra, duras como huesos, eternas como conchas de mar. Enrojecidas de
agua, las manos se inclinan como si fueran a dormirse, a caer sobre la
funda de la almohada. Pero no. La terca mirada de doña Otilia las reclama. Las
recoge. Allí está el jabón, el pan de a cincuenta centavos y la jícara
morena que hace saltar el agua. Las lavanderas tienen el vientre humedecido de
tanto recargarlo en la piedra porosa y la cintura incrustada de gotas que
un buen día estallarán.
A Doña Otilia le cuelgan cabellos grises de la nuca; Conchita es la más
joven, la piel retirada a reventar sobre mejillas redondas (su rostro es un
jardín y hay tantas líneas secretas en su mano); y doña Matilde, la
rezongona, a quien siempre se le amontona la ropa.
-Del hambre que tenían en el pueblo el año pasado, no dejaron nada para
semilla.
-Entonces ¿este año no se van a ir a la siembra, Matildita?
-Pues no, pues ¿qué sembramos? ¡No le estoy diciendo que somos un pueblo
de muertos de hambre!
-¡Válgame Dios! Pues en mi tierra, limpian y labran la tierra como si
tuviéramos maíz. ¡A ver qué cae! Luego dicen que lo trae el aire.
-¿El aire? ¡Jesús mil veces! Si el aire no trae más que calamidades. ¡Lo
que trae es puro chayotillo!
Otilia, Conchita y Matilde se le quedan viendo a doña Lupe que acaba de
dejar su bulto en el borde del lavadero.
-Doña Lupe ¿por qué no había venido?
-De veras doña Lupe, hace muchos días que no la veíamos por aquí.
-Ya la andábamos extrañando.
Las cuatro hablan quedito. El agua las acompaña, las cuatro encorvadas
sobre su ropa, los codos paralelos, los brazos hermanados.
-Pues, ¿qué le ha pasado Lupita que nos tenía tan abandonadas?
Doña Lupe, con su voz de siempre, mientras las jícaras jalan el agua para
volverla a echar sobre la piedra, con un ruido seco, cuenta que su papá se
murió (bueno, ya estaba grande) pero con todo y sus años era campanero, por
allá por Tequisquiapan y lo querían mucho el señor cura y los fieles. En la
procesión, él era quien le seguía al señor cura, el que se quedaba en el
segundo escalón durante la santa misa, bueno, le tenían mucho respeto. Subió
a dar las seis como siempre, y así, sin aviso, sin darse cuenta siquiera,
la campana lo tumbó de la torre. Y repite doña Lupe más bajo aún, las manos
llenas de espuma blanca.
-Sí. La campana lo mató. Era una esquila, de esas que dan vuelta.
Se quedan las tres mujeres sin movimiento bajo la huida del cielo. Doña
Lupe mira un punto fijo:
-Entonces, todos los del pueblo agarraron la campana y la metieron a la
cárcel.
-¡Jesús mil veces!
-Yo le voy a rezar hasta muy noche a su papacito...
Arriba el aire chapotea sobre las sábanas.
(La escritora mexicana Elena Poniatowska nació en realidad en París en
1932. Fue en 1942 que la familia se radicó en México. Con una larga
trayectoria periodística, es autora de novelas como Hasta no verte Jesús mío, Querido
Diego, te abraza Quiela, La flor de lis, Tinísima, y La piel del cielo.
Entre sus libros de cuentos figuran: Lilus Kikus, Métase mi prieta entre el
durmiente y el silbatazo, y De noche vienes. A este último, publicado en
2002, pertenece el texto de esta página).
http://historico.elpais.com.uy/Suple/Cultural/09/02/13/cultural_397915.asp
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