[Grupito] : tertulila el 28 de septiembre (martes)
Ecomujeres at aol.com
Ecomujeres at aol.com
Fri Sep 17 13:05:54 PDT 2010
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ANUNCIOS
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Todavía no tenemos programada las próximas tertulias en octubre. Si
quieres ofrecer tu casa para el 12 o 26, favor de avisarme cuanto antes.
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Saludos:
La próxima tertulia literaria y gastronómica tendrá lugar el día 28 de
septiembre (el martes), a las 7:00 de la noche en la casa de Anna Griffin.
Debido a su departamento pequeño, solo hay espacio para 14 huéspedes. Por
eso, el RSVP a Ana es obligatorio: snarlyelf2002 en yahoo.com.
Ella enviará las direcciones a su casa a cada uno de los primeros 14 que
responden.
La lectura, “Los Inocentes” por Pedro Juan Soto
es atado a este mensaje en formato PDF.
Ademas, hay abajo una copia de la lectura por si acaso tengas problemas
con
el documento.
Te rogamos que vengas preparado, habiendo leído la lectura de
antemano, y que traigas un plato y/o una bebida para compartir.
Debra Valov
http://www.lasecomujeres.org
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ANNOUNCEMENTS
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We don’t have tertulias planned yet for October. If you would like to
offer your place for either Oct 12 or 26, please contact me ASAP.
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Hello!
The next tertulia will take place on September 28 (Tuesday) at 7 pm at
Anna Griffin’s house.
Because her apartment is small, there is only room for 14 guests and so an
RSVP is required: snarlyelf2002 en yahoo.com. She will send directions to her
place to the first 14 people to RSVP.
The reading, “Los Inocentes” by Pedro Juan Soto, is attached as a PDF
file and a copy is also pasted below this message.
Please come prepared, having already read the story, and bring a plate
and/or drink to share.
Debra Valov
ecomujeres en aol.com
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Grupito mailing list
Para inscribirse en la lista de correo del Grupito, visita:
To join the mailing list for El Grupito, go to:
http://lists.sonic.net/mailman/listinfo/grupito
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LECTURA / READING
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Los inocentes
[Cuento. Texto completo]
Pedro Juan Soto
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/pr/soto/inocente.htm
1
treparme frente al sol en aquella nube con las palomas sin caballos sin
mujeres y no oler cuando queman los cacharros en el solar sin gente que me
haga burla
Desde la ventana, vistiendo el traje hecho y vendido para contener a un
hombre que no era él, veía las palomas revolotear en el alero de enfrente.
o con pertas y ventanas siempre abiertas tener alas
Comenzaba a agitar las manos y a hacer ruido como las palomas cuando oyó
la voz a sus espaldas.
-Nene, nene.
La mujer acartonada estaba sentada en la mesa (debajo estaba la maleta de
tapas frágiles, con una cuerda alrededor por única llave), y le observaba
con sus ojos vivos, derrumbada en la silla tomo una gata hambrienta y
abandonada.
-Pan -dijo él.
Dándole un leve empujón a la mesa, la mujer retiró la silla y fue a la
alacena. Sacó el trozo de pan que estaba al descubierto sobre las cajas de
arroz y se lo llevó al hombre, que seguía manoteando y haciendo ruido.
ser paloma
-No hagah ruido. Pipe.
Él desmoronó el trozo de pan sobre el alféizar, sin hacer caso.
-No hagah ruido, nene.
Los hombres que jugaban dominó bajo el toldo de la bodega ya miraban hacia
arriba.
Él dejó de sacudir la lengua.
sin gente que me haga burla
-A pasiar a la plaza -dijo.
-Sí, Holtensia viene ya pa sacalte a pasiar.
-A la plaza.
-No, a la plaza no. Se la llevaron. Voló.
Él hizo pucheros. Atendió de nuevo al revoloteo de las palomas.
no hay plaza
-No, no fueron lah palomah -dijo ella-. Fue el malo, el diablo.
-Ah.
-Hay que pedirle a Papadioh que traiga la plaza.
-Papadioh -dijo él mirando hacia fuera- trai la plaza y el río…
-No, no. Sin abrir la boca -dijo ella-. Arrodíllate y háblale a Papadioh
sin abrir la boca.
Él se arrodilló frente al alféizar y enlazó las manos y miró por encima de
las azoteas.
yo quiero ser paloma
Ella miró hacia abajo: al ocio de los hombres en la mañana del sábado y al
ajetreo de las mujeres en la ida o la vuelta del mercado.
2
Lenta, pesarosa, pero erguida, como si balanceara un bulto en la cabeza,
echó a andar hacia la habitación donde la otra, delante del espejo, se
quitaba los ganchos del pelo y los amontonaba sobre el tocador.
-No te lo lleveh hoy, Holtensia.
La otra la miró de reojo.
-No empieceh otra veh, mamá. No le va pasal na. Lo cuidan bien y no noh
cuehta.
Saliendo de los ganchos, el cabello se hacía una mota negra sobre las
orejas.
-Pero si yo lo sé cuidal. Eh mi hijo. ¿Quién mejol que yo?
Hortensia estudió en el espejo la figura magra y menuda.
-Tú ehtáh vieja, mamá.
Una mano descarnada se alzó en el espejo.
-Todavía no ehtoy muerta. Todavía puedo velar por él.
-No eh eso.
Los bucles seguían apelmazados a pesar de que ella trataba de aflojárselos
con el peine.
-Pipe'h inocente -dijo la madre, haciendo de las palabras agua para un mar
de lástima-. Eh un nene.
Hortensia echó el peine a un lado. Sacó un lápiz del bolso que mantenía
abierto sobre el tocador y comenzó a ennegrecer las cejas escasas.
-Eso no se cura -dijo al espejo-. Tú lo sabeh. Por eso lo mejor…
-En Puerto Rico no hubiera pasao ehto.
-En Puerto Rico era dihtinto -dijo Hortensia, hablando por encima del
hombro-. Lo conocía la gente. Podía salir porque lo conocía la gente. Pero en
Niu Yol la gente no se ocupa y uno no conoce al vecino. La vida eh dura. Yo
me paso los añoh cose que cose y todavía sin casalme.
Buscando el lápiz labial, vio en el espejo cómo se descomponía el rostro de
la madre.
-Pero no eh por eso tampoco. Él ehtá mejol atendío allá.
-Eso diceh tú -dijo la madre.
Hortensia tiró los lápices y el peine dentro del bolso y lo cerró. Se dio
vuelta; blusa porosa, labios grasientos, cejas tiznadas, bucles
apelmazados.
-Dehpuéh de un año aquí, merecemoh algo mejor.
-Él no tiene la culpa de lo que noh pase a nosotrah.
-Pero si se queda aquí, la va tenel. Fíjate.
Se abalanzó sobre la madre pata cogerle un brazo y alzarle la manga que no
pasaba del codo. Sobre los ligamentos caídos había una mancha morada.
-Ti ha levantao ya la mano y yo en la factoría no estoy tranquila pensando
que'htará pasando contigo y con él. Y si ya pasao ehto…
-Fue sin querel -dijo la madre, bajando la manga y mirando al piso al
mismo tiempo que torcía el brazo para que Hortensia la soltara.
-¿Sin querel y te tenía una mano en el cuello? Si no agarro la botella,
sabe Dioh. Aquí no hay un hombre, que li haga frente y yo m’ehtoy acabando,
mamá y tú le tieneh miedo.
-Eh un nene -dijo la madre con su voz mansa, ahuyentando el cuerpo como un
caracol.
Hortensia entornaba los ojos.
-No vengah con eso. Yo soy joven y tengo la vida por delante y él no. Tú
también ehtáh cansa y si él se fuera podríah vivil mejor los añoh que te
quedan y tú lo sabeh pero no ti atreveh a decirlo porque creeh que’h malo pero
yo lo digo por ti tú ehtáh cansa y por eso filmahte loh papeleh porque
sabeh que’n ese sitio lo atienden máh bien y tú entonceh podráh sentalte a ver
la gente pasar por la calle y cuando te dé la gana puedeh pararte y salir
a pasiar como elloh pero prefiereh creer que'h un crimen y que yo soy la
criminal pa tú quedar como madre sufrida y hah sido una madre sufrida eso no
se te puede quital pero tieneh que pensar en ti y en mí. Que si el caballo
lo tumbó a loh diez añoh…
La madre salía a pasos rápidos, como empujada, como si la habitación misma
la soplara fuera, mientras Hortensia decía:
-…y los otroh veinte los ha vivío así tumbao…
Y se volvía para verla salir, sin ir tras ella, tirándose sobre el tocador
donde ahora sentía que sus puños martillaban un compás para su casi grito.
-…nosotroh loh hemoh vivío con él.
Y veía en el espejo el histérico dibujo de carnaval que era su rostro.
y no hay gallos y no hay perras y no hay campanas y no hay viento del río
y no hay timbre de cine y el sol no entra aquí y no me gusta
-Ya -dijo la madre inclinándose para barrer con las manos las migajas del
alféizar. La muchachería azotaba y perseguía una pelota de goma en la
calle.
y la frialdad duerme se sienta camina con uno aquí dentro y no me gusta
-Ya, nene, ya. Di amén.
-Amén.
Lo ayudó a incorporarse y le puso el sombrero en la mano, viendo que ya
Hortensia, seria y con los ojos irritados, venía hacía ellos.
-Vamoh, Pipe. Dali un beso a mamá.
Poso el bolso en la mesa y se dobló para recoger la maleta. La madre se
abalanzó al cuello de él -las manos como tenazas- y besó el rostro de
avellana chamuscada y pasó los dedos sobre la piel que había afeitado esta mañana.
-Vamoh -dijo Hortensia cargando bolso y maleta.
Él se deshizo de los brazos de la madre y caminó hasta la puerta metiendo
la mano que llevaba el sombrero.
-Nene, ponte’l sombrero -dijo la madre, y parpadeó para que él no viera
las lágrimas.
Dándose vuelta, él alzó y dejó encima del cabello envaselinado aquello que
por lo chico parecía un juguete, aquello que quería compensar el
desperdicio de tela en el traje.
-No, que lo deje aquí -dijo Hortensia.
Pipe hizo pucheros. La madre tenía los ojos fijos en Hortensia y la
mandíbula le temblaba.
-Ehtá bien -dijo Hortensia, -llévalo en la mano.
Él volvió a caminar hacia la puerta y la madre lo siguió, encogiéndose un
poco ahora y conteniendo los brazos que querían estirarse hacia él.
Hortensia la detuvo.
-Mamá, lo van a cuidal.
-Que no lo mal…
-No. Hay médicoh. Y tú… cada do semanah. Yo te llevo.
Ambas se esforzaban por mantener firme la voz.
-Recuéhtate, mamá.
-Dile que se quede… no haga ruido y que coma de to.
-Sí.
Hortensia abrió la puerta y miró fuera para ver si Pipe se había detenido
en el rellano. Él se entretenía escupiendo sobre la baranda de la escalera
y viendo caer la saliva.
-Yo vengo temprano, mamá.
La madre estaba junto a la silla que ya sobraba, intentando ver al hijo a
través del cuerpo que bloqueaba la entrada.
-Recuéhtate, mamá.
La madre no respondió. Con las manos enlazadas enfrente, estuvo rígida
hasta que el pecho y los hombros se convulsionaron y comenzó a salir el llanto
hiposo y delicado.
Hortensia tiró la puerta y bajó a Pipe a toda prisa. Y ante la inmensa
ciudad de un mediodía de junio, quiso huracanes y eclipses y nevadas.
FIN
1954
Spiks
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