[Grupito] AVISO : CAMBIO de fecha de la proxima tertulia al 12 de junio

Ecomujeres at aol.com Ecomujeres at aol.com
Mon May 28 11:48:17 PDT 2012


- ENGLISH VERSION FOLLOWS SPANISH  -
 
 
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ANUNCIOS 
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Todavía no tenemos  programada la próxima tertulia en junio. Si quieres 
ofrecer tu casa, favor de  avisarme lo más pronto que sea posible. 
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Saludos: 
Acabo de recibir noticias de  Xequina que tiene que cambiar la fecha para 
la proxima tertulia dado que va  estar fuera de la ciudad.  Abajo les doy la 
nueva  informacion: 
La próxima tertulia  literaria y gastronómica tendrá lugar el día 12   
de junio (el martes), a  las 7:00 de la noche en la casa de Xequina: 
Ella quiere limitar el  número de participantes a 14. Por eso, el RSVP es 
obligatorio: _xequina en yahoo.com_ (mailto:xequina en yahoo.com)  o por  teléfono 
510 536-6421.  Después de recibir tu RSVP, ella te enviará su  dirección.

Además, favor de avisarle del plato que vas a llevar (ella  dice: para que 
todos no lleven el postre) 
La lectura, “Rita  quería vomitar” por Orfa Alarcón está adjunta en 
formato  PDF 
Ademas, hay abajo una  copia de la lectura si tienes problemas con el  PDF. 
Te rogamos que vengas  preparado, habiendo leído la lectura de 
antemano, y que traigas  un plato y/o una bebida para compartir. 
Debra  Valov 
ecomujeres en aol.com 
-  ENGLISH - 
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ANNOUNCEMENTS 
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We  don´t have the next tertulia scheduled yet for July. If you are 
interested in  offering your house please let me know ASAP. 
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Hello! 
I just  received word from Xequina that she has to change the date for the 
upcoming  tertulia as she will be out of town.  Below is the updated  
information: 
The  next tertulia will take place on June 12th (Tuesday) at 7 pm at  
Xequina’s house. 
She  would like to limit the number of participants to 14 so an RSVP is 
required by  phone (510) 536-6421 or email _xequina en yahoo.com_ 
(mailto:xequina en yahoo.com) .   
Once she receives your RSVP, she will send directions.  In addition, please 
let her know what  dish you plan to bring (she says, so that everyone 
doesn't bring dessert!)   
The  reading, “Rita quería vomitar” By Orfa Alarcón, is attached as a PDF 
file.   
There is also a copy of the story below in case you have  problems with the 
PDF.  
Please come prepared, having already read the story, and  bring a plate  
and/or drink to share. 
Debra  Valov 
ecomujeres en aol.com 
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Grupito mailing  list 
Para inscribirse en la  lista de correo del Grupito, visita: 
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LA LECTURA/THE  READING 
Rita  quería vomitar
Orfa  Alarcón © 2001
Rita quería vomitar  los últimos 3 chiles rellenos, la tostada de pollo, el 
arroz y la barra de  chocolate de la cual aún tenía el sabor en la boca. 
Quería vomitar todo lo  sucedido durante las últimas 2 semanas. Quería vomitar 
los últimos 15 días,  borrarlos de su memoria, eliminarlos, simplemente 
despertar y encontrar el  salto en el calendario. La náusea era una bola que 
viajaba desde la boca de su  estómago hasta su campanilla y retrocedía para 
volver a comenzar su  recorrido. 
—Depresiones no. No, no, no, no, todo menos eso —le había dicho su  
madrastra ofreciéndole una rebanada de pastel de 3 leches el día que llegó  
arrastrando todo el llanto y las secreciones nasales correspondientes a una  
espontánea ruptura con Tomás, su ahora ex-novio, un arquitecto recién graduado  
que, supo ella minutos antes de la ruptura, pronto contraería nupcias con una 
 abogada de futuro prometedor. 
Y desde  ese día se había refugiado en toda clase de aperitivos, dulces, 
postres,  platos fuertes o lo que encontrara en la despensa, el refrigerador, 
la mesa o  la cafetería de la preparatoria. 
El  remedio había resultado peor que la enfermedad. Con el amor propio en 
el  suelo, las mejillas desbordadas y una vergonzosa derrota frente a la 
báscula,  Rita se acostó eructando una extraña sensación de chocolate y caldillo 
de  tomate. Durmió una larga siesta.  
Al  despertar se pintaría el cabello (sólo Tomás había notado aquella vez 
que se  había pintado el cabello de negro: ¡te pintaste el cabello! Que bien 
se te ve,  pero tu boca, no hay boca comparable con tu boca, nada, nada en 
el mundo como  tu boca), los ojos y las uñas de negro, y se vestiría del 
mismo color para  verse un tanto mística, un tanto mayor, y para disimular uno o 
dos kilitos.  Buscaría a Tomás para mentirle, decirle que en realidad había 
sido un  pasatiempo, un lindo juguete para presumir, que lo había utilizado 
para crear  personajes, plasmar sensaciones, que qué quería, que así era la 
vida. Él, por  pura lástima, se daría la vuelta y se iría en silencio; o no 
resistiría las  ganas de contradecirla, mucho menos en público, 
recordándole que era ella la  que se había enamorado, que había sido tan tonta que no 
había podido ocultarlo  (ni siquiera se molestaría en decir que le agradaba 
que las mujeres no  trataran de ocultar lo que sienten). Ni tendría la 
cortesía de agregar que se  le salía de las manos, que así era la vida. 
Tomás  era el futuro heredero de "La Giralda", un bar ubicado en un 
exclusivo sitio  de la ciudad. Ahí lo encontraría Rita, saludando a clientes 
distinguidos,  coordinando a los meseros y vigilando cada pequeño detalle; siempre 
preocupado  en el cliente y en formar una atmósfera agradable que invitara 
a regresar.  Nunca había llevado ahí a Rita, pues no descuidaría su trabajo 
por atenderla.  Pero ella llegó esa noche sin invitación y sin credencial de 
 elector. 
—No le  vas a negar una copa a una vieja amiga, porque, quedamos como 
amigos, ¿o  no? 
—Que  gusto verte, Rita —dijo saludándola con sorpresa y aparente  
alegría. 
Luz  tenue, un trovador en el fondo, Tomás impecable con la corbata verde 
obsequio  de Rita que resaltaba el color de sus ojos y una sonrisa falsa: 
todo tal como  Rita lo había imaginado. 
Tomaron  la primer copa en silencio. La única juntos, porque él se disculpó 
y se paró  de la mesa. Rita siguió bebiendo: una, otra, otra, otra, la 
última, la última,  la última. Así comenzó la actuación. Llamó a gritos a  
Tomás: 
—¿Cómo  va mi canción, Tomy? Cántamela, no seas malito... 
El  ardor en la cara no dejaba pensar a Tomás en una buena solución, lo 
único que  quería era sacar a Rita a la calle para no volver a verla nunca, 
pero que  impresión se llevarían los clientes si botaba a la calle a una pobre  
adolescente ebria que se encontraba sola. 
—Mira,  vamos arriba para que te duermas un ratito. 
—No,  no, no. No vamos a ningún lado si no me cantas... ¿cómo va? Ella se 
llamaba  Rita —canturreaba inventando—y tenía un vestido rosa... ¿o cómo 
iba? Tú me la  cantabas, no te hagas. 
—Creo  que su nombre es Rita, no me acuerdo muy bien —le cantaba Tomás al 
oído,  mientras la jalaba esquivando las miradas de los divertidos.—sólo sé 
que no la  volvimos a ver... —recalcó entre dientes. 
Parecía  una auténtica borracha experta, residente en bares, organizadora 
de parrandas,  niña fresa reventada. 
—Hay  Tomy, nada más tú me entiendes. Sigue cantando, síguele,  síguele. 
—Vamos  arriba —le suplicaba sabiéndose cada vez más  observado. 
—¡Ah,  no! A mí no me llevas arriba, yo no soy esa clase de Rita. Cántame 
otra,  ¿no? 
—¡Ya,  Rita! —le dijo Tomás tomándola del brazo con  fuerza. 
—Nomás  no me grites. No me grites. Arriba no —con sus actitudes de niña 
caprichosa y  autoprotectora de su honra, había logrado atraer la atención de 
casi todos los  clientes. 
—Vamos  a la oficina, está aquí al ladito, mira —imploraba Tomás y Rita 
supo que no  soportaría la risa si continuaba así. 
—Sssstá  bien, Tomy, ándale, abrázame, así, bien rico... 
Dio 3  pasos, estuvo a punto de caer, y Tomás tuvo que ingeniárselas para 
taparle la  boca, sostenerla, y conducirla hasta el sofá de piel nuevo de su 
padre. Rita  se acostó y se acomodó para dormir, y Tomás se sintió 
momentáneamente  aliviado. 
—Espérate tan-tititito —le dijo Rita y le hizo una seña para que se  
acercara antes de que él pudiera siquiera  suspirar. 
Los  ojos de Tomás le quedaron tan cerca que confirmó que eran de hielo, al 
igual  que sus manos y sus mejillas. Lo tomó por la nuca y entreabrió los 
labios, los  de Tomás cedieron sin oponer ninguna clase de resistencia. A 
sólo un  centímetro del beso un verde mar de plasma caliente cayó sobre la 
camisa y la  corbata de Tomás, y otra ola salió antes de que él pudiera entender 
lo que  pasaba. Riendo, Rita se puso en pie, atravesó sin ningún problema 
la  habitación y salió sin despedirse. 
El  mundo del cuento:  
http://www.elcuento.com/Textos/Num012/alarcono1012.php 



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