[Grupito] : tertulia el 3 de junio de 2014 (martes)

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Fri May 23 18:42:35 PDT 2014


 
- ENGLISH VERSION FOLLOWS  SPANISH - 
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ANUNCIOS 
***************   
No  tenemos otra tertulia programada para junio. Si quieres ofrecer tu 
casa, favor  de avisarme. 
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Saludos: 
La  próxima tertulia literaria y gastronómica tendrá lugar el día 3 de 
junio (el  martes), a las 7:00 de la noche en la casa de Roberta  Weisbard: 
1531 Addison St, Berkeley  94703 
(Addison is one block south of University.  Roberta is  located between 
Sacramento and California  streets).  
Favor de enviarle un RSVP  a: _rweisbard en gmail.com_ 
(mailto:rweisbard en gmail.com)  
La  lectura, “Una carta a dios” por Gregorio López y Fuentes y el  
artículo del periódico “La falta de lluvia”, está adjunta en formato  PDF. 
Ademas,  hay abajo una copia de la lectura si tienes problemas con el  PDF. 
Te  rogamos que vengas preparado, habiendo leído la lectura  de 
antemano, y que traigas un plato y/o una bebida para  compartir. 
Debra  Valov 
ecomujeres en aol.com 
- ENGLISH  - 
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ANNOUNCEMENTS 
************* 
We don’t have another tertulia  planned yet for later in June.  If  you’d 
like to volunteer your house, please contact  me. 
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Hello! 
The next tertulia will take  place on June 3rd, (Tuesday) at 7 pm at 
Roberta Weisbard’s  house. 
1531 Addison St, Berkeley  94703 
(Addison is one block south of University.  Roberta is  located between 
Sacramento and California  streets).  
Please send Roberta an RSVP at: _rweisbard en gmail.com_ 
(mailto:rweisbard en gmail.com)  
The reading, “Una carta a dios”  by Gregorio López y Fuentes and  a 
newspaper article titled “La falta de lluvia”, is attached as a PDF file.  There 
is also a copy of the story below in case you have problems with the PDF.   
Please come prepared, having  already read the story, and bring a plate 
and/or drink to  share. 
Debra  Valov 
ecomujeres en aol.com 
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Para  inscribirse en o quitar su dirección de la lista de correo del 
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LA  LECTURA/THE READING 

Una  carta a Dios 

Gregorio López y Fuentes 
I. 
La  casa —única en todo el valle— estaba en lo alto de un cerro bajo.  
Desde  allí se veían el río y, junto al corral, el campo de maíz maduro con las 
flores  del frijol que siempre prometían una buena cosecha. 
Lo  único que necesitaba la tierra era una lluvia, o a lo menos un fuerte  
aguacero.  Durante la mañana, Lencho —que conocía muy bien el  campo— no 
había hecho más que examinar el cielo hacia el  noreste. 
—Ahora sí que viene el agua, vieja. 
Y la  vieja, que preparaba la comida, le respondió: 
—Dios lo quiera. 
Los  muchachos más grandes trabajaban en el campo, mientras que los más 
pequeños  jugaban cerca de la casa, hasta que la mujer les gritó a  todos: 
—Vengan a comer... 
Fue  durante la comida cuando, como lo había dicho Lencho, comenzaron a 
caer grandes  gotas de lluvia.  Por el noreste se veía avanzar grandes montañas 
de  nubes.  El aire estaba fresco y  dulce. 
El  hombre salió a buscar algo en el corral solamente para darse el gusto 
de sentir  la lluvia en el cuerpo, y al entrar exclamó: 
—Estas no son gotas de agua que caen del cielo; son monedas nuevas; las  
gotas grandes son monedas de diez centavos y la gotas chicas son de  cinco... 
II. 
Y  miraba con ojos satisfechos el campo de maíz maduro con las flores del 
frijol,  todo cubierto por la transparente cortina de la lluvia.  Pero,  de 
pronto, comenzó a soplar un fuerte viento y con las gotas de agua comenzaron  
a caer granizos muy grandes.  Esos sí que parecían monedas de plata  nueva. 
 Los muchachos, exponiéndose a la lluvia, corrían a  recoger las perlas 
heladas. 
—Esto sí que está muy malo —exclamaba mortificado el hombre —ojalá que  
pase pronto... 
No  pasó pronto.  Durante una hora cayó el granizo sobre la casa, la  
huerta, el monte, el maíz y todo el valle.  El  campo estaba blanco, como 
cubierto de sal.  Los  árboles, sin una hoja.  El maíz, destruido.  El  frijol, sin 
una flor.  Lencho, con el alma llena de tristeza.  Pasada  la tempestad, en 
medio del campo, dijo a sus hijos: 
—Una  nube de langostas habría dejado más que esto... El granizo no ha 
dejado  nada:  no tendremos ni maíz ni frijoles este  año... 
La  noche fue de lamentaciones: 
—¡Todo nuestro trabajo, perdido! 
—¡Y  nadie que pueda ayudarnos! 
—Este año pasaremos hambre... 
Pero  en el corazón de todos los que vivían en aquella casa solitaria en 
medio del  valle, había una experanza:  la ayuda de  Dios. 
III.   
—No  te aflijas tanto, aunque el mal es muy grande.  ¡Recuerda que nadie se 
muere de hambre! 
—Eso  dicen:  nadie se muere de  hambre... 
Y  durante la noche, Lencho pensó mucho en su sola esperanza:  la  ayuda de 
Dios, cuyos ojos, según le habían explicado, lo miran todo, hasta lo  que 
está en el fondo de las conciencias. 
Lencho era un hombre rudo, trabajando como una bestia en los campos, pero  
sin embargo sabía escribir.  El domingo siguiente, con la luz del  día, 
después de haberse fortificado en su idea de que hay alguien que nos  protege, 
empezó a escribir una carta que él mismo llevaría al pueblo para  echarla al 
correo. 
No  era nada menos que una carta a Dios. 
“Dios —escribió— si no me ayudas, pasaré hambre con toda mi familia  
durante este año.  Necesito cien pesos para volver a sembrar y vivir  mientras 
viene la nueva cosecha, porque el  granizo...” 
Escribió “A Dios” en el sobre, metió la carta y, todavía preocupado, fue  
al pueblo.  En la oficina de correos, le puso un sello a la carta  y echó 
ésta en el buzón. 
IV. 
Un  empleado, que era cartero y también ayudaba en la oficina de correos, 
llegó  riéndose mucho ante su jefe, y le mostró la carta dirigida a Dios.  
Nunca  en su existencia de cartero había conocido esa casa. El jefe de la 
oficina  —gordo y amable— también empezó a reír, pero muy pronto se puso serio, 
y  mientras daba golpecitos en la mesa con la carta,  comentaba: 
—¡La  fe!  ¡Ojalá que yo tuviera la fe del hombre que escribió  esta carta! 
 ¡Creer como él cree!  ¡Esperar con la confianza con que él sabe esperar!  
¡Empezar correspondencia con Dios! 
Y,  para no desilusionar aquel tesoro de fe, descubierto por una carta que 
no podía  ser entregada, el jefe de la oficina tuvo una idea:  contestar la 
carta.  Pero cuando la abrió, era evidente que  para contestarla necesitaba 
algo más que buena voluntad, tinta y  papel.  Pero siguió con su 
determinación:  pidió  dinero a su empleado, él mismo dio parte de su sueldo, y varios 
amigos suyos  tuvieron que darle algo “para una obra de caridad.” 
Fue  imposible para él reunir los cien pesos pedidos por Lencho, y sólo 
pudo enviar  al campesino un poco más de la mitad.  Puso  los billetes en un 
sobre dirigido a Lencho y con ellos una carta que tenía sólo  una palabra como 
firma:  DIOS. 
V. 
Al  siguiente domingo, Lencho llegó a preguntar, más temprano que de 
costumbre, si  había alguna carta para él.  Fue el mismo cartero quien le entregó  
la carta, mientras que el jefe, con la alegría de un hombre que ha hecho 
una  buena acción, miraba por la puerta desde su  oficina. 
Lencho no mostró la menor sorpresa al ver los billetes —tanta era su  
seguridad— pero se enfadó al contar el dinero...  ¡Dios  no podía haberse 
equivocado, ni negar lo que Lencho le había  pedido! 
Inmediatamente, Lencho se acercó a la ventanilla para pedir papel y  tinta. 
 En la mesa para el público, empezó a escribir,  arrugando mucho la frente 
a causa del trabajo que le daba expresar sus  ideas.  Al terminar, fue a 
pedir un sello, que mojó con la  lengua y luego aseguró con un puñetazo. 
Tan  pronto como la carta cayó al buzón, el jefe de correos fue a  abrirla. 
 Decía: 
“Dios:  del dinero que te pedí, sólo llegaron a mis manos  sesenta pesos.  
Mándame el resto, como lo necesito mucho; pero no me  lo mandes por la 
oficina de correos, porque los empleados son muy ladrones.   
—Lencho.”
Preocupa falta de lluvias en  Región Centro de Coahuila 
Son seis los municipios donde no ha caído ni una sola gota este año 
 
POR:   ALEJANDRO MONTENEGRO lunes,  05 de mayo del 2014 
Saltillo,  Coahuila.- Mientras que en algunos municipios de Coahuila la 
lluvia se ha hecho  presente en los primeros meses del año, lo cual presagia 
buenas cosechas para el  campo, en otros de la Región Centro de la entidad no 
llueve con frecuencia desde  hace meses, por lo que en esos municipios se 
prevén dificultades, como lo  informó Noé Garza Flores, secretario de 
Desarrollo Rural. 
1.       n  la 
Garza Flores destacó que en municipios como Allende, Monclova, Ocampo,  
Abasolo, Cuatrocienegas y Juárez, no han habido lluvias en lo que va del año, 
lo  cual prende las alarmas de la Secretaría de Desarrollo Rural para 
implementar  nuevas estrategias que beneficien a los campesinos. 
“En esos municipios prácticamente las precipitaciones han sido nulas,  
según lo que nos reportan los propios campesinos, pero nosotros dependemos de  
eso y ojalá llueva mucho en este 2014 porque de eso depende el desarrollo que 
 habrá en el sector rural de Coahuila”, señaló Garza  Flores. 
Dijo que en algunos de los municipios son más de 8 meses los que han  
pasado desde la última lluvia y se teme que se extienda como ocurrió con la  
última gran sequía que hubo en Coahuila en los recientes años. A finales de mes  
la Comisión Nacional del Agua tendrá un panorama más claro  respecto a los 
pronósticos de lluvia para Coahuila en el  año. 
Sin embargo, hay otros municipios donde las lluvias se han hecho  presentes 
con frecuencia en los últimos dos meses, con lo cual los campesinos  han 
podido sembrar y comenzar el año con el pie  derecho. 
Los municipios  donde no ha llovido este año, son: Allende, Monclova, 
Ocampo, Abasolo, Cuatrocienegas y  Juárez.
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